El mal de altura: cómo identificar sus síntomas y qué hacer para evitarlo
Jorge Javier Vázquez revela en sus redes que ha tenido que ser hospitalizado en Lima a consecuencia del mal de altura
Esta dolencia puede afectar a quienes practican deportes de montaña a ciertas altitudes debido a la falta de oxígeno
Dolor de cabeza, pérdida de apetito, náuseas y vómitos, fatiga importante, debilidad y mareo son algunos de los síntomas
Jorge Javier Vázquez ha sido hospitalizado durante sus vacaciones en Lima (Perú) a consecuencia del mal de altura, una dolencia que puede afectar a quienes practican deportes de montaña a ciertas altitudes. El presentador ha revelado en sus redes sociales que ha tenido que someterse a cuatro sesiones de la cámara hiperbárica para que desapareciera el edema pulmonar que sufría, además de tomar corticoides y antibióticos. Pero, ¿en qué consiste esta afección, cuáles son sus síntomas y qué podemos hacer para evitarla? Te lo contamos.
El conocido coloquialmente como mal de altura o mal de montaña es la falta de adaptación del organismo a la falta de oxígeno (hipoxia) de la altitud. A medida que ascendemos, se produce una disminución progresiva de la presión atmosférica y de la presión parcial de oxígeno en el aire que inspiramos. Los primeros síntomas aparecen cuando el organismo no se adapta a niveles tan bajos de oxígeno y no puede funcionar correctamente.
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Síntomas del mal del altura
Los síntomas que pueden presentar quienes los padecen son dolor de cabeza punzante, pérdida de apetito, náuseas y vómitos, fatiga importante, debilidad, mareo, somnolencia o insomnio y un estado general como de 'borrachera'. La tolerancia de los viajeros a la altura es variable porque algunas soportan mejor que otras las ascensiones rápidas.
Aparece a partir de las 6-12 horas de haber llegado a a los 2.500 metros del altitud, aunque también puede retrasarse hasta 24 horas después. A los 3.000 metros lo experimentan un 30% de los viajeros, y a los 4.000 metros afecta a un 65-70%. Es más frecuente en menores de cincuenta años y en personas que residen habitualmente a menos de 900 metros de altitud. Curiosamente, el estado de forma o la preparación física no lo previenen, por buenos que sean, ya que puede afectar incluso a atletas experimentados.
Cómo actuar contra el mal de altura
La susceptibilidad a padecer mal de altura es inversamente proporcional a la edad del sujeto, probablemente debido a la madurez del sistema nervioso. No se recomienda el empleo de fármacos para prevenirlo. Hay que dejar de ascender y, si los síntomas no mejoran, bajar para perder altitud lo antes posible al menos hasta la cota donde no se presentaban síntomas.
La segunda medida es administrar oxígeno a través de mascarilla. La práctica de estas dos medidas es más que suficiente para solucionar gran parte de los casos. En caso de no bastar, también pueden usarse cámaras hiperbáricas, donde se potencia la llegada de oxígeno a los tejidos mediante la aplicación de una presión atmosférica elevada.
Si se experimentan síntomas más severos como coloración azulada de la piel (cianosis), rigidez o congestión pectoral, confusión o incapacidad absoluta par caminar, la situación podría evolucionar a complicaciones más severas y potencialmente fatales, como edema pulmonar de altura o el edema cerebral de altura, por lo que se debe poner tratamiento con urgencia.
Consejos para evitarlo
Aclimatación a la altura: Es importante realizar un ascenso gradual, realizando periodos adecuados de aclimatación de 2 a 3 días a partir de los 2.000 metros. Los siguientes ritmos de ascenso serían adecuados para un viajero promedio: hasta los 5.000 metros ascender un promedio de 340-400 metros como máximo, a partir de los 5.000 m y hasta los 6.000 m, ascender 250 metros por día; y por encima de los 6.000 m, ascender un máximo de 150-200 m por día.
Descanso e hidratación: En caso de aparecer problemas, es fundamental descender a una cota inferior a la que estaba aclimatado y descansar durante 24 o 48 horas antes de reanudar el ascenso. Hay que beber mucho líquido ( 3 o 4 litros diarios), evitar beber alcohol, seguir una dieta hiperglucídica, rica en azúcares e hidratos de carbono y evitar realizar un ejercicio físico excesivo.
Perfiles de riesgo: A pesar de que el mal de altura no depende de la forma física de la persona, quienes padezcan o hayan padecido enfermedades cardiacas y pulmonares tienen más riesgo. También mujeres embarazadas, niños, personas con hipertensión arterial, tendencia a la apnea durante el sueño y aquéllas que han tenido mal de altura con anterioridad.