Hace unas décadas los tatuajes eran algo excepcional, pero hoy están más que normalizados. El 38 por ciento de la población mundial lleva alguno. Y los españoles no nos quedamos a la zaga, pues somos el sexto país del mundo con más adeptos a decorarnos la piel. Sin embargo, es posible que no sea una práctica tan segura como creíamos. Un estudio reciente ha hallado sustancias potencialmente cancerígenas y pigmentos para textiles en las tintas.
Aunque las autoridades sanitarias vigilan la composición de las tintas habituales, algunos de sus componentes escapan a los análisis convencionales. Según recoge El País, un equipo de investigadores de Binghamton, la universidad estatal de Nueva York, ha analizado un centenar de tintas con el objetivo de estudiar los efectos del láser para el borrado de tatuajes y ha encontrado ingredientes que no figuran en las etiquetas y partículas potencialmente perjudiciales.
John Swierk, profesor asistente de química inorgánica en la Universidad de Binghamton y líder del proyecto, indica que "cada vez que mirábamos una de las tintas, encontrábamos algo que me hacía parar y pensar". Ninguno de los tatuadores que colaboraron en la investigación conocía la composición de los productos que utilizan, advierte.
En casi la mitad de las tintas que han investigado, los químicos detectaron un tipo de pigmento conocido como colorantes azoicos. Estas moléculas son seguras en sí mismas mientras se mantengan químicamente intactas, pero potencialmente pueden convertirse en compuestos que causan cáncer por bacterias en la piel o como resultado de la luz ultravioleta de la exposición al sol.
Según el informe europeo 'Seguridad de los tatuajes y maquillaje permanente', los pigmentos azoicos, en algunos casos, pueden liberar aminas aromáticas, las cuales están vinculadas a la aparición de algunos tipos de cáncer como, por ejemplo, el de vejiga, y están destinadas a emplearse en las industrias de la goma, el aluminio y el textil.
También es relevante el tamaño de las partículas en las tintas. El equipo de la universidad de Nueva York ha identificado en ocho de ellas, gracias a la microscopía electrónica, partículas menores de 100 nanómetros (nm), un rango "preocupante", según Swierk, porque “las partículas de este tamaño pueden atravesar la membrana celular y, potencialmente, causar daño”.
Swierk señala que parte del problema es que no existe una ruta de producción especializada para las tintas de tatuajes. "Las grandes empresas fabrican pigmentos para todo, como pinturas y textiles. Estos mismos pigmentos se utilizan en las tintas de tatuajes". Las tintas para tatuajes se clasifican como cosméticos y tienden a estudiarse en detalle cuando puede haber un problema de seguridad, pero no es un procedimiento cotidiano.
Las tintas para tatuaje y maquillaje permanente están reguladas en España como productos de cuidado personal, cuya comercialización requiere una autorización previa por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). El reglamento posterior, aprobado hace poco más de año y medio, restringe el uso de más de 4.000 sustancias químicas peligrosas e incorpora límites de concentración máxima para sustancias como los colorantes azoicos hallados en esta investigación, aminas aromáticas carcinógenas, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), metales y metanol.
La organización de consumidores Facua advierte, además, de que el tatuador debe contar con titulación e informar al usuario, “tanto de forma oral como escrita”, de las complicaciones que pueden aparecer.
El grupo de investigación de Binghamton todavía está trabajando para recopilar datos sobre diferentes tintas y los resultados los irán incorporando a la web What’s in My Ink? (¿Qué hay en mi tinta?) para que, según Swierk, “los consumidores y los tatuadores tomen decisiones informadas y sepan si la información que les aportan es precisa”.