Las personas que se levantan por las mañanas con dolor en la mandíbula y en la zona del oído, incluso con dolor de cabeza, es muy probable que padezcan una alteración en la articulación temporomandibular, especialmente en el músculo masetero. Estas molestias suelen derivar en bruxismo o rechinar de dientes.
Hasta el momento, la solución habitual para superar esta dolencia era la utilización de férulas de descarga que limitaban el impacto y protegían la estructura dental. Ahora, ha surgido un nuevo tratamiento que puede sorprender: el bótox, esta vez usado no con fines estéticos, sino terapéuticos.
A veces no damos importancia al bruxismo y no lo consultamos con el médico. Pero es una patología que puede impedir el descanso adecuado y desgastar las piezas dentales. Con ello, tendríamos problemas de mordida, así como una digestión deficiente, ya que el mecanismo metabólico por el que procesamos los nutrientes comienza con la masticación.
El bótox para el bruxismo puede ser una alternativa eficaz, siempre que sea administrado por médicos expertos en coordinación con los profesionales de la odontología y la cirugía maxilofacial. Bien aplicado, consigue relajar la musculatura mandibular de tal manera que desaparecerán el dolor y las molestias a las pocas semanas de la intervención.
El dolor temporomandibular (ATM) es una afección muy común que incide casi por igual en mujeres y hombres de todo el mundo. En España afecta, al menos, a un 15% de la población. Durante la pandemia, tuvo mayor incidencia porque hubo una crisis de ansiedad generalizada. El miedo al contagio fue un estresor que afloraba durante las horas de sueño, el momento en que nuestro subconsciente toma el mando, haciendo patentes nuestras preocupaciones. La manifestación de ese estrés puede ser el rechinar de dientes.
En cualquier caso, existen dos tipos de bruxismo: el primario, cuando no hay una causa médica definida y se relaciona con el estrés, y el secundario, asociado a enfermedades neurológicas, como el Parkinson.
Además de las dolencias ya mencionadas, como el dolor mandibular y el desgaste dentario, el bruxismo puede llegar a modificar la fisionomía facial, modificando el óvalo facial y haciéndolo más cuadrado.
Estos problemas se pueden remediar con bótox después de una exploración de los músculos maseteros, analizando los puntos de máxima tensión en la zona facial. Al relajar el masetero, la articulación temporomandibular queda libre de tensiones. La función del bótox es precisamente relajar la zona sin esfuerzo.
El bótox, además, no tiene efectos secundarios. El resultado de la intervención se observa a los diez días o dos semanas una vez iniciado el tratamiento. La articulación de la zona temporomandibular se encontrará mucho más relajada y el paciente notará que se levanta por las mañanas con una menor sobrecarga. Además, no sentirá el dolor habitual y cuando coman alimentos más difíciles de masticar, por ejemplo las verduras crudas, no sentirán molestias ni se les bloqueará la mandíbula.
Con este tratamiento se obtiene un alivio de entre seis y doce meses, y cada tanto se deben implementar otra inyección de bótox. Si el paciente no consigue una mejoría clara, se le deriva al especialista en cirugía maxilofacial. Desde el punto de vista estético, al actuar sobre las glándulas sebáceas de la zona, sirve contra el acné, además de conseguir un afinamiento del rostro por la relajación del masetero.
Por último, el precio del bótox para el bruxismo oscila entre los 200 y 400 euros aunque dependerá de la cantidad que sea necesario inyectar.