Una mujer escocesa de 72 años puede ser la clave para lograr una prueba diagnóstica para la detección precoz del párkinson gracias a su olfato. Joy Milne, una enfermera ya jubilada, supo que su marido, Les, tenía la enfermedad una década antes de que se la diagnosticaran, todo gracias al olor que desprendía. “Tenía un olor a humedad bastante desagradable, especialmente alrededor de los hombros y la parte posterior del cuello, y su piel había cambiado”, dijo la mujer en unas declaraciones recogidas por la web de la BBC.
El olor no desaparecía de ninguna forma y la mujer notaba como su esposo cada vez se volvía más malhumorado hasta que, con 45 años, fue diagnosticado con párkinson. Al tiempo, la pareja comenzó a acudir a un grupo de apoyo para pacientes con la enfermedad y familiares, allí fue donde Joy ató cabos y se dio cuenta que el resto de las personas desprendían el mismo olor que su marido.
Joy Milne tiene hiperosmia hereditaria, un trastorno que supone un aumento exagerado de la sensibilidad sobre los olores, y que otros miembros de su familia también padecen. Desde la muerte de su marido en 2015, la mujer ha trabajado con investigadores de la enfermedad y ya unos primeros resultados de los expertos de la Universidad de Manchester.
El equipo ha logrado desarrollar una prueba no invasiva de hisopo que se frota en la piel y puede detectar la enfermedad en unos tres minutos. “La prueba tiene el potencial de mejorar enormemente el diagnóstico y el tratamiento de las personas con enfermedad de párkinson”, ha explicado uno de los principales investigadores, el neurólogo Monty Silverdale.
El estudio ya ha sido publicado en el Journal of the American Chemical Society. Los investigadores analizaron el sebo de la piel recolectado con el hisopo en la espalda de los pacientes, zona que suele lavarse peor o con menos frecuencia. De esta manera, compararon los resultados de 79 personas con párkinson con lo de 71 de un grupo de control que no tenían la enfermedad.
En los resultados se encontraron unos 4.000 compuestos únicos de los que 500 eran distintos entre las personas que tenían párkinson y los que no. En total, apuntan que la prueba cuenta con una precisión del 95% en la detección de la enfermedad.
Ahora que gracias a su olfato la ciencia ha tenido respuestas sobre el párkinson, ya ha comenzado a trabajar con algunos investigadores del mundo para ver si ocurre algo similar con otros enfermedades como el cáncer o la tuberculosis.