Sentarse en un banco de la plaza a dar de comer a las palomas para pasar una plácida tarde ahora se considera un “sacrilegio” y hasta conlleva una sanción económica. En Uppers vamos a explicar por qué no debes dar de comer a las palomas actualmente bajo ninguna excusa.
La población de palomas en ciertos lugares se ha convertido en un verdadero problema; su población ha crecido tanto que el número de nidos es excesivo al igual que la acumulación de deshechos como plumas y excrementos. Además, son responsables de propagar enfermedades con lo cual ponen en riesgo la salud de los ciudadanos.
El acto de dar de comer a las palomas, tan melancólico o idílico, que se ha fotografiado y llevado al cine en innumerables ocasiones ha pasado a ser incluso perseguido por las autoridades. Las palomas ya son una plaga en muchas zonas y brindarles en bandeja la comida facilita su supervivencia, genera la proliferación y la llegada de un mayor número de ejemplares y se incrementa la posibilidad de que los humanos contraigan enfermedades. Mayoritariamente, en los excrementos y en los nidos de estas aves se acumulan virus, bacterias y hongos perjudiciales para la salud, como alergias y hasta problemas respiratorios graves.
De la misma manera, las palomas son portadoras de parásitos externos como chinches y garrapatas que se adhieren a ellas entre sus plumas. Cuando se les ofrece comida no muestran miedo alguno y se acercan demasiado con lo que perfectamente esos chinches pueden saltar a la ropa o las garrapatas trasladarse a la piel del humano para seguir alimentándose.
El aumento de las poblaciones de palomas incluso se transforma en plaga en ciertos lugares con importantes perjuicios económicos. Sus nidos y sus excrementos provocan daños en las estructuras de los edificios, en el mobiliario urbano público o en las aceras que hay que retirar y limpiar continuamente con un coste muy elevado. Esa proliferación se suele dar porque han sido alimentadas en espacios públicos inmediatos. Por ese motivo, en Ayuntamientos como en el de Madrid, se prohibió expresamente la alimentación de las palomas en el artículo 11.4 de la Ordenanza Municipal de Protección y Tenencia de Animales.
También se revisan de forma periódica todas aquellas edificaciones que están en ruinas, abandonadas, deshabitadas o mal conservadas porque suelen ser lugares que eligen las palomas para anidar.
El problema se vuelve mayor porque esas poblaciones se acaban trasladando a edificios, iglesias, catedrales, palacios, museos y demás monumentos que forman parte del patrimonio arquitectónico nacional poniendo en riesgo su conservación. Por otra parte, la materia orgánica de los restos de esa comida también es un reclamo para muchos otros insectos como hormigas o cucarachas que también son otra plaga.
La prohibición de alimentar a las palomas se suma a la utilización de piensos esterilizadores que reducen el número de ejemplares y a las campañas de captura. Para ello se emplean aves rapaces que también se convierten en un elemento disuasorio que las dispersa e impide las aglomeraciones. Tanto la normativa que sanciona darlas de comer en la vía pública como las campañas para reducir las poblaciones se extrapola a todo el país debido a todos los riesgos que conllevan las plagas de palomas.
En cuanto a los riesgos para la salud que provoca en los humanos la sobrepoblación de palomas blancas, torcaces y tórtolas principalmente destacan cinco patologías:
La criptococosis es una enfermedad causada por un hongo, el crytococcus neoformans. Se encuentra en los excrementos de las palomas y se puede transmitir a los humanos por inhalación, pero también por una ingestión accidental y por tener un contacto directo con los nidos. Ese hongo entra en los pulmones por las vías respiratorias y en caso de que el sistema inmune no esté en óptimas condiciones puede generar una infección.
La infección que provoca la bacteria de la salmonella también puede afectar al organismo humano a través de los excrementos de las palomas, no solo de alimentos contaminados. Incluso se da el caso de que la bacteria se transmita a través de los excrementos que hayan podido adherirse a la ropa tendida.
En este caso, otra bacteria llamada chamydia psittaci es la responsable de la psitacosis o clamidiosis, una enfermedad que habitualmente transmiten loros, periquitos y papagayos. De la misma manera las palomas pueden infectarse y convertirse en transmisoras. En las personas el cuadro es muy parecido al de la neumonía o la gripe. También es común a las dolencias digestivas porque la bacteria penetra en el organismo como las demás, a través de las vías respiratorias hasta los pulmones, pero se propaga a través de la sangre e invade el bazo o el hígado.
La exposición continua a las palomas, sus deshechos, sus nidos y sus excrementos en aquellas personas que realizan trabajos de limpieza y desinfección termina generando una hipersensibilidad a sus plumas y al polvo fecal, que queda suspendido en aire debido a los métodos de limpieza. El organismo humano reacciona con esta afección, la alveolitis alérgica o neumonitis. A veces se confunde con un resfriado común debido a que se inflaman los alveolos pulmonares y los síntomas son tos, dificultad para respirar, fiebre y escalofríos.
La histoplasmosis es otra enfermedad respiratoria provocada por la inhalación de las esporas de otro hongo, el histoplasma, que se localiza a menudo en los excrementos de pájaros como las palomas y de los murciélagos. En campañas de limpieza o en demoliciones el aire trasmite las esporas de estos hongos contagiando a los humanos. El daño pulmonar de esta dolencia es más severo y viene acompañado de fiebre, tos, escalofríos y dolor en el pecho.