¿Cuántas veces no has recurrido al agua oxigenada para curar una herida a tu hijo o a tu nieto? Es de esas cosas que no faltan en ningún botiquín porque, además, es un milagro maravilloso para eliminar las manchas de sangre. Sin embargo, algunas voces han empezado a poner en duda su poder desinfectante. A priori, al contener peróxido de hidrógeno, es capaz de eliminar las bacterias de la superficie de la herida, pero entraña algún riesgo. Te lo contamos.
Lo que escuece cura. Es la frase más repetida cada vez que alguien sufre sensación de escozor o quemazón en una herida o rozadura. Pero ¿y si no es así? Realmente, se trata de un aviso del organismo de que algo va mal. Cuando echamos agua oxigenada en una herida, lo que se produce en nuestra piel es una reacción que produce la catalasa, una enzima de nuestro organismo que separa el peróxido en oxígeno y agua, y, por eso surgen burbujas durante su aplicación.
El problema llega aquí. En ese momento de espuma efervescente se eliminan las bacterias, pero también todo el tejido sano. Es decir, este compuesto daña también las células sanas de nuestro organismo, que son las mismas que se deberían encargar de curar la zona afectada. Además, hay que tener mucho cuidado ya que es corrosivo para los ojos y su vapor irrita gravemente el tracto respiratorio.
Desde el Colegio de Enfermería de Navarra explican que lo primero que hay que hacer es un lavado de la herida, especialmente si está sucia. Para hacerlo, "basta con agua y jabón". A continuación, hay que secarla a ligeros toquecitos con un algodón seco y limpio, aplicar suero fisiológico o un antiséptico, preferiblemente clorhexidina, y "cubrir con un apósito o vendaje", explican desde el organismo.
Si la herida es aparentemente sencilla y sangra, lo primero que hay que hacer es comprimirla hasta que el sangrado cese. Una vez que pase, si los bordes se quedan separados es mejor acudir un centro sanitario para valorar la sutura de la herida. En caso de que haya sido provocada por un golpe, es conveniente aplicar frío local ya que ayuda a reducir la inflamación y el hematoma posterior, que debe estar convenientemente vigilado hasta que vuelva a su estado natural. "Se considera que una herida está infectada cuando aparece dolor, calor, enrojecimiento en los bordes y exudación purulenta".