El éxtasis, también conocido como cristal o ‘m’, llegaba a nuestro país de la mano de la 'ruta del bakalao' y se coló como un invitado más en las fiestas de los 80. 20 años después, en los 2000, su consumo quedó prácticamente olvidado, pero ahora la pandemia parece que nos lo ha traído de vuelta y es que el MDMA se ha convertido ya en la quinta droga más consumida en España, justo detrás de la cocaína. lo más preocupante es la edad de consumo. Los datos del Plan Nacional sobre las Drogas muestran que de las 757.225 personas que lo tomaron el año pasado, la gran mayoría eran jóvenes de entre 15 y 34 años. Asociado, como antaño, a las discotecas, festivales y demás ambientes festivos, en los últimos meses se han batido récords de asistencia médica por intoxicación.
El mismo informe confirma que el 5% de la población lo ha probado alguna vez en su vida y es que es la tercera droga ilegal más fácil de conseguir. Desde 2014, la cifra de menores que la han probado ha subido un 1,9%, situándose en el 3,1%. En pastillas de diferentes formas y colores, El principal problema reside en que estos adolescentes no saben qué es exactamente lo que se están tomando, ni su calidad ni su pureza ni si está mezclado con otras sustancias más peligrosas.
La cantidad que tiene cada pastilla es muy variable. Hace unos años eran muy frecuentes los comprimidos con 80 o 100 miligramos, ahora esa cantidad se ha doblado. “La combinación de alcohol y MDMA puede facilitar la deshidratación y el aumento de la temperatura corporal. Si se mezcla con otros estimulantes como la cocaína o la anfetamina potencia la estimulación del sistema nervioso y cardiovascular. En el caso de combinarla con antidepresivos o con inhibidores de la proteasa puede llegar a ser mortal”, explican desde Energy control, un programa para la reducción de riesgos en el consumo recreativo de drogas de la asociación Bienestar y Desarrollo.
Los efectos de esta droga en tus hijos son una mayor sensación de placer, un mejor estado anímico, amplificación sensorial mayor autoestima, empatía y niveles de simpatía desmedidos. El problema es que para disfrutar de ese viaje aumenta la temperatura corporal y la frecuencia cardiaca, también se pueden experimentar náuseas, vómitos sudoración mareo o ansiedad.
Además, los expertos nos cuentan que la resaca después de esta droga es emocional. Se debe a que el cristal actúa sobre la dopamina y la serotonina, haciendo que ambas hormonas se segreguen en exceso y, cuando pasa el efecto, nuestro cerebro padece una especie de depresión, una mayor irritabilidad y fatiga que se prolonga hasta que el cuerpo vuelve a producirlas. Pese a no ser una droga especialmente adictiva, sí que suele ir muy ligada a la fiesta y ser el preludio de un consumo mayor de otras sustancias.