Es un gesto que hacemos todos, al menos cuando nos despertamos y no nos queda otra que frotar nuestros ojos para desperezarnos y quitar nuestras legañas para empezar el día con buen pie. Un lavado de cara en el baño, y a empezar el día. Sin embargo, son muchas las personas que a lo largo de la jornada se frotan más de la cuenta los ojos por diversas razones: alergia, picor, que se te meta una pestaña, simples manías… Puede parecer que no tiene riesgo alguno, pero realmente sí que implica algunos sobre nuestra salud visual.
El acto reflejo de frotarnos los ojos suele hacerse para aliviar cualquier molestia o sensación incómoda tras llevar demasiadas horas delante del ordenador trabajando con la vista cansada. Todo parece bien, pero nos rascamos los ojos con los dedos, lo que puede ser una vía de transmisión de infecciones que podrían llegar a dañar la cornea o a producir lesiones. ¿Qué tipo de problemas pueden aparecer?
Según el oftalmólogo de la Clínica Baviera, Fernando Llovet, pueden producirse, por ejemplo, derrames oculares. Estos aparecen cuando se rompe alguno de los capilares del tejido, haciendo que la parte blanca de nuestro ojo tome un tono rojizo, produciendo el derrame ocular cuando surge una mancha roja.
Puede que digas que te frotas los ojos con suavidad, pero ni con esas es seguro, ya que puede haber una pestaña o polvo sobre la superficie y, al ejercer presión, es posible que de dañar la superficie del ojo de la córnea. También sufre la zona externa, la piel de nuestros párpados, que es mucho más fina que la de otras zonas de nuestro cuerpo, por lo que la hace más sensible a la presión, pudiendo favorecer la proliferación de arrugas.
También es posible contraer infecciones como la conjuntivitis o la queratitis al llevar las manos a los ojos llenas de gérmenes que pueden acceder más fácilmente al ojo y derivar en este tipo de problemas. En casos graves puede producirse queratocono, una deformación de la superficie ocular, en la córnea, que habría que tratar cuanto antes para evitar problemas de visión derivados en el futuro.
Principalmente recuperando ese hábito que nos trajo la pandemia y que hemos ido perdiendo: el lavado de manos regular. No solo eso, también se aconseja parpadear con constancia para evitar la sequedad del ojo o, si las molestias siguen, hacer uso de lágrimas artificiales.