Los cambios meteorológicos pueden afectarnos más de lo que puede parecer a primera vista. Además de los efectos que los cambios de estación pueden producir en nuestro estado anímico, hay personas que pueden llegar a sentir fuertes dolores físicos cuando el tiempo empeora.
Este fenómeno ha sido bautizado con el nombre de meteorosensibilidad, y aunque suele relacionarse con personas que padecen enfermedades como artritis reumatoide o artrosis, también puede afectar a aquellos que se hayan sometido a una operación o hayan sufrido una factura.
Generalmente, la meteorosensibilidad se manifiesta con complicados dolores en los huesos, músculos y articulaciones, así como con incómodas migrañas. Sin embargo, y pese a que no es lo más habitual, también hay pacientes que afirman sentir estas fuertes molestias en las cicatrices.
A pesar de que la relación entre la salud y los cambios meteorológicos se lleva estudiando desde hace siglos, las causas detrás de la meteorosensibilidad todavía no están claras. No obstante, sí hay varias teorías que buscan dar una explicación a este suceso.
La más extendida es la que defiende que la causa detrás de la meteorosensibilidad es la presión atmosférica, la cual provoca un aumento de la humedad ambiental cuando disminuye. Según esta teoría, cuando esto ocurre se incrementaría también la producción del líquido sinovial, un líquido que se encuentra en las articulaciones y que favorece la aparición de brotes inflamatorios y derrames en los pacientes de reumatismo.
El incremento de la humedad ambiental, además, estaría también asociado con un peor equilibrio y un mayor dolor en las personas que padecen osteoartritis u otras patologías en las rodillas. En este caso, los síntomas de los pacientes empeorarían en los días en los de humedad, y mejorarían cuando hay buen tiempo.
Otros estudios también apuntan a los efectos del viento, las temperaturas y la exposición a luz solar como causas detrás de este fenómeno.
En el caso concreto de las cicatrices, por su parte, los dolores se explican por su tejido. Al ser un tejido poco fibroso y menos elástico que el de la piel normal, estas zonas no pueden adaptarse igual de bien que el resto del cuerpo a los cambios de presión, lo que las hace más sensibles. No obstante, las molestias suelen aparecer, por norma general, en cicatrices grandes y profundas.
Actualmente, se calcula que entre un 30% y un 35% de la población padece meteorosensibilidad. Para combatir los síntomas, se recomienda aplicar calor seco a las zonas doloridas y realizar estiramientos, así como acudir a un fisioterapeuta y a un médico que pueda diagnosticar medicamentos apropiados para combatir las dolencias.