Querer entrar en una talla a toda costa tiene efectos perjudiciales para la salud. Por poner un solo ejemplo, la influencer Kim Kardashian no ha dudado en tomar un fármaco destinado a los diabéticos para poder ponerse el mítico vestido con el que Marilyn Monroe cantó el cumpleaños feliz a JFK. Los productos, dietas o medicamentos milagro se han normalizado hasta el punto de que no se cuestionan ni la efectividad real ni los efectos adversos. El medicamento está destinado a curar una enfermedad, no tiene fines estéticos, y, como sabe cualquier médico, todo fármaco tiene un efecto secundario, así que tomarlo debe responder a una valoración responsable de pros y contras. ¿Qué cura y que desequilibra?
Kim Kardashian fue una de las primeras en elogiar el Ozempic. Desde entonces, el medicamento acaparó la atención de la opinión pública y se posicionó como un arma eficaz para el tratamiento de la obesidad, aunque su compuesto principal (semaglutida) está destinado a tratar la diabetes.
Según la Clínica Mayo, la semaglutida imita las hormonas incretinas que producimos cuando comemos. Las más significativas son GIP y GLP-1. Su función principal es ayudar al páncreas a producir insulina y reducir los niveles de azúcar en sangre. Por esta razón, es un fármaco muy eficaz para tratar la diabetes, además de regular el apetito. Esa es la razón de que algunos endocrino lo receten a personas obesas o con sobrepeso. En España solo puede adquirirse con receta médica, pero en Estados Unidos puede comprarse por unos 900 dólares. Aunque el precio es alto, se está vendiendo en grandes cantidades. De hecho, ya se habla e "disponibilidad intermitente" para 2023. Es tan popular que, solo en redes, el hashtag #ozempic tiene 200 millones de visitas. Tik Tok es el lugar perfecto para comprobar que el Ozempic forma parte de la rutina de personas que no son obesas y que lo están tomando sin prescripción médica con los riesgos correspondientes.
Como decimos, este fármaco es muy eficaz para tratar la diabetes y reducir problemas derivados; entre ellos, ataques cardíacos o ictus cardíacos. Sin embargo, su prescripción debe estar regulada por un profesional, incluso en los casos de obesidad.
En caso contrario, nos exponemos a efectos adversos, leves, como las náuseas, el efecto adverso más común, la diarrea, y la aversión a la comida motivada por el mecanismo del medicamento que minimiza el apetito.
Otros efectos secundarios sí afectan gravemente a la salud. Según la Clínica Mayo, los efectos perniciosos más graves son la pancreatitis, enfermedad del páncreas que afecta a la manera en cómo metabolizamos azúcares y grasas, y la retinopatía diabética. Además, los estudios en ratas de laboratorio también hablan de otros efectos, como tumor en la glándula tiroidea, desarrollo de diabetes tipo II e ictus, aunque estos estudios deben refrendarse con otros realizados a humanos.
Cuando está pautado por el médico, la ingesta del fármaco debe ser de progresiva para que el organismo aprenda a tolerarlo y se produzcan resultados seguros y eficaces.
Además, tampoco es un 'medicamento milagro': hay que acompañar la toma con buenos hábitos alimenticios y ejercicio. Aún no existen estudios que valoren sus efectos cuando se deja de tomar. Si habrá o no efecto rebote es aún una incógnita. Por tanto, prudencia y, siempre, el consejo de un profesional médico, más aún cuando abordamos un asunto esencial como es la nutrición.