Presente en casi todas las despensas y apenas conocido. El humilde vinagre sirve para mucho más que para aliñar ensaladas. Además de para la cocina, se puede usar para limpiar, aliviar las picaduras de insectos o para dar brillo al cabello. Pero sus usos medicinales son aún mejores.
El vinagre de sidra de manzana se obtiene de la fermentación de los azúcares del zumo de manzana, que genera ácido acético, ácido tartárico y ácido málico. Este último el responsable del aroma característico de este vinagre. Su composición indica que es rico en enzimas, en antioxidantes y en minerales. Las versiones más refinadas tienen menos porcentaje de estos valiosos componentes y de los beneficios que aportan a nuestra salud, tanto de manera preventiva como terapéutica.
Aún no hay estudios concluyentes, como indica la Clínica Mayo. Sin embargo, otros expertos sostienen que el vinagre de manzana tiene propiedades antiglucémicas, lo cual podría tener gran valor en el control de la diabetes tipo II.
El vinagre de manzana también podría ser de gran ayuda a la hora de controlar los picos de glucosa tras la ingesta de alimentos con un índice glucémico muy elevado. El ácido acético es el responsable de este efecto, que estimula la absorción de glucosa por parte del músculo y logra reducir el pico de glucosa en sangre hasta en un 30%.
El vinagre de manzana logra reducir los triglicéridos y el colesterol LDL, y provoca el aumento del colesterol HDL. Por todo ello, consigue mejorar la presión arterial, además de proporcionar un importante efecto antioxidante sobre los vasos sanguíneos.
Diversos estudios confirman que las personas que toman diariamente una o dos cucharadas de vinagre consiguen bajar de peso. Esto es posible gracias a su capacidad antiglucémica, reduciendo los niveles de azúcar en sangre, y a su poder saciante.
Por otra parte, el vinagre de manzana parece ayudar a la metabolización de la grasa de reserva. Reduce el porcentaje de grasa corporal y es, por tanto, un gran aliado en el tratamiento de la obesidad.
Si se añade a las comidas en crudo, el vinagre de manzana favorece la digestión, ya que sirve para descomponer las comidas antes de que lleguen al sistema digestivo . Este efecto es muy valioso para digerir la carne, que necesita de una gran cantidad de ácido estomacal. De esta manera, el vinagre logra paliar las molestias del estómago, la hinchazón, la pesadez y los gases.
Los polifenoles del vinagre de manzana protegen del estrés oxidativo y de los daños provocados por los radicales libres. Por tanto, estimula el sistema inmune. Según los expertos, esta mejora también puede deberse a las propiedades antivirales del ácido acético.
El vinagre de manzana es un potente antibiótico natural. En la piel se ha usado desde hace miles de años para limpiar heridas. Puede actuar incluso sobre el Mycobacterium tuberculosis, responsable de esta patología y resistente a la mayoría de los desinfectantes. Utilizar, por tanto, vinagres de limpieza para uso doméstico puede ser útil si queremos desinfectar nuestra casa.
Tomar vinagre de manzana en las comidas es la forma más sencilla y habitual de consumirlo. Se puede utilizar como aliño en ensaladas o marinados, o bien en la cocción de sopas, estofados y guisos. De esta manera, favorecemos el proceso digestivo, algo especialmente útil en preparaciones que contengan mucha fibra, proteína y grasas.
Es también muy valioso tomado antes de la comida principal, en el aperitivo, por ejemplo con encurtidos, ya sean aceitunas, pepinillos o cebolletas. Propiciaremos así la secreción de jugos gástricos y podremos digerir mejor los siguientes alimentos.
También se puede tomar bebido, añadiendo una o dos cucharadas en un vaso de agua para tomar por las mañanas, idealmente en ayunas. Numerosos estudios explican que favorece un mejor control de la glucemia, al tiempo que facilita la función depurativa del riñón. Además, posee efecto energizante. Eso sí, hay que acostumbrarse a su punzante sabor.