Se supone que la temperatura ideal para tener un descanso óptimo oscila entre los 19ºC y los 21ºC. No es de extrañar, por tanto, que en estas noches tropicales de verano con los termómetros disparados nos resulte tan difícil conciliar el sueño, o que nos despertemos en mitad de la noche empapados en sudor. Y es que el calor no solo nos impide dormir, sino que también contribuye a que nuestro sueño sea más superficial, lo que deriva en cansancio por la mañana, menor productividad y problemas de salud varios.
En general, en la fase del sueño profundo (REM) nuestro cuerpo se enfría y se ajusta al ambiente, pero esto se complica con climas extremos. El cuerpo entonces lucha por adaptarse, siendo el sudor una de las herramientas regulatorias que utiliza. Sin embargo, hay otras medidas que podemos tomar para mantener una temperatura agradable durante las noches toledanas, incluso sin necesidad de echar mano del aire acondicionado, aunque hay que admitir que las recetas mágicas no existen.
Esta es una labor que empieza desde la mañana. Hay que ventilar la estancia durante cinco minutos y después cerrarla con persianas y cortinas que no dejen pasar la luz del día. Así, cuando el sol empiece a caer por la tarde, habrá que abrir todo para que se cree un flujo de aire algo menos tórrido. Durante la noche el aire tiende a enfriarse, así que si puedes crear corrientes puede entrar una brisa fresca muy agradable.
Los ventiladores suelen ser más baratos que el aire acondicionado. Pon uno toda la noche para mantener el aire en movimiento suave. Es mejor comprar uno lo más silencioso posible. Si es de techo, asegúrate de que gire en el sentido contrario de las agujas del reloj para que haga ascender el aire caliente. Además, un deshumidificador en la habitación se encargará de eliminar la humedad del aire y proporcionará un ambiente más confortable y saludable.
Intenta beber tres litros de agua al día para reponer las pérdida de la sudoración. Reserva un vaso (bien frío) antes de acostarte para hidratar y refrescar tu cuerpo. Deja sobre la mesilla una botella para evitar levantarte y desvelarte.
Si tienes calor antes de irte a la cama, date una ducha tibia mejor que con agua fría. Un ligero aumento de la temperatura corporal ayuda a que el cuerpo pierda calor más rápidamente. Si tomas la ducha fría tu cuerpo disminuirá rápidamente el flujo de sangre a la piel, pero unos minutos más tarde, cuando el flujo de sangre comience de nuevo, volverás a sentir calor.
Si estás teniendo muchos problemas con el calor, coge una bolsa de hielo del congelador, envuélvela en un paño de cocina y colócala en la cama. Y, por extraño que te parezca, meter el pijama o las sábanas en una bolsa dentro del frigorífico durante aproximadamente una hora también te puede ayudar a dormir mejor.
La ropa de cama ligera y de buena calidad es transpirable, lo que significa que no atrapará el calor corporal. Cuanto menos calor quede atrapado debajo de las sábanas, más fácil será quedarte dormido. Un pijama de 100% algodón absorbe la humedad y la sudoración y permite mantener la temperatura corporal en unos niveles más agradables.
Al fin y al cabo, lo barato sale caro. Un colchón de alta calidad disipa el calor de tu cuerpo de manera mucho más efectiva que otras alternativas. Una almohada rellena con trigo sarraceno puede ser una buena alternativa para bajar la temperatura gracias a la capacidad de los granos de aislar el calor. También puedes probar con las brumas, unos productos formulados con aceites esenciales que, rociados sobre la almohada y las sábanas, te ayudarán a conciliar el sueño.