La paremiología es la ciencia que estudia los refranes y los proverbios. Se basa en la transmisión de los conocimientos tradicionales a través de la experiencia, procurando aportar información de todo tipo –desde la literaria a la sociológica- para apoyar la certeza de nuestros dichos más populares. Uno de los más comunes es "pasar una noche toledana".
Una noche toledana es, en lenguaje coloquial, una noche de perros, una noche infernal pasada en el insomnio y la inquietud o en otras penosas condiciones; vamos, una noche que ha de dejar recuerdos poco agradables en la memoria. El origen de esta frase no pudo ser más trágico y horrible, se remonta al segundo siglo de la dominación de España por los musulmanes y marca una de las páginas más tristes de la historia de Toledo.
Se remonta al año 797 cuando el gobernador Amrús se valió del engaño para decapitar a varios cientos de toledanos, a quienes previamente había invitado a su fortaleza, colgando sus cabezas en las almenas del cuartel situado en el lugar de Montichel, hoy conocido como Paseo de San Cristóbal. Con esta matanza, Amrús vengaba la muerte de su hijo, Jusuf, ejecutado tiempo atrás por la nobleza de la ciudad.
En la ciudad, en el año 190 de la hégira, Jusuf-ben-Amru, déspota y cruel con todos los toledanos, cometía múltiples fechorías amparándose en su poder: raptaba doncellas y daba muerte a todo aquél que se oponía a sus terribles métodos. Todos los habitantes de la ciudad estaban descontentos por la forma de gobernar que estaba llevando a cabo. Una noche, una revuelta popular, decidió acabar con este amargo regente. Un grupo de personas se colaron al interior de la alcazaba donde se encontraba y acabaron con la vida de Jusuf, poniendo fin a las atrocidades que estaba llevando a cabo.
Pero cuando todos pensaban que el problema había terminado, el gobernador que vino a la ciudad para ocupar el puesto dejado por Jusuf fue su padre. Todos los toledanos empezaron a temblar de miedo, pensando que lo primero que haría sería vengar la muerte de su hijo. Aunque, para su sorpresa, intentó llevar un gobierno tranquilo, dando a entender que había olvidado lo que hicieron con su hijo y que quería que hubiera paz en la ciudad.
Al cabo del tiempo, parece ser, que los que le rodeaban en su alcazaba empezaron a envenenar sus pensamientos y a hacerle ver que tenía que vengar la muerte de su hijo, del que todos los toledanos se habían reído de que tan cruelmente cuando acabaron con su vida
Así que, aprovechando que el hijo del Califa Albderramán III iba a pasar por Toledo al dirigirse a Zaragoza, decide celebrar una cena e invitar a muchos nobles de la ciudad de Toledo. El problema fue que, llegada esa noche, cuando los nobles se acercaron al palacete con sus mejores galas y, pensando que iban a llenarse el estómago con buena comida, al atravesar unos amplios cortinajes que daban acceso al patio donde iba a tener lugar la cena, unos cuchillos afilados les iban cortando la cabeza, que fueron colgadas en lo más alto del palacio para que, al verlas ahí, el resto de la ciudad tuviera un importante escarmiento por la dolorosa muerte de su hijo.
Esa noche nadie pegó ojo, temiendo que sus puertas fueran abiertas para continuar pasando a cuchillo al resto de la ciudad como venganza por lo que hicieron con su hijo. De ahí la famosa frase que todos usamos.
Aunque quizás el dicho más conocido sobre Toledo es la analizada previamente, lo cierto es que esta ciudad y sus habitantes tienen infinidad de dichos que repasamos. ¿Cuáles conoces?