El peligro de la falta de apetito en verano: consejos de experta para combatirla
Redacción Uppers
Los expertos no aconsejan abusar de helados y bebidas azucaradasGetty Images
Durante el verano es normal perder el apetito ante las altas temperaturas, ¿cómo combatirlo?
En esta época se beben muchos más líquidos, creando una mayor sensación de saciedad y, probablemente, falta de nutrientes
Una experta da cinco consejos para combatir la falta de apetito y mantenernos hidratados y nutridos
El verano es sínonimo de vacaciones, de desconectar por completo de nuestra rutina, del trabajo, de todo lo que nos preocupa durante el año para disfrutar de nosotros mismos. Pero siempre hay algún problema, entre ellos, este infernal calor que ya ha hecho que en muchos puntos de nuestro país se superen los 45 grados de temperatura. No son pocos a los que este calor no solo les deja abatidos, sino que también les quita el apetito, no les apetece comer, si acaso, solo algo fresco que a veces terminan siendo bebidas azucaradas o helados. Sin embargo, como en cualquier época del año, la alimentación es igual de importante, pero ¿cómo podemos combatir esa falta de apetito?
La profesora agregada e investigadora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Gemma Chiva-Blanch, establece que "es esencial mantener unas pautas de comida saludable también durante el verano y las vacaciones".
Durante el verano sudamos más, por lo que bebemos más y los líquidos consiguen llenar nuestro estómago, creando una sensación de saciedad por la que entendemos que no necesitamos ingerir ningún tipo de alimento. No obstante, tampoco necesitamos tanta energía para regular la temperatura de nuestro cuerpo, por lo que no hay que pasar tanto tiempo en la cocina.
"Que disminuya la sensación de apetito puede conllevar una menor ingesta de nutrientes necesarios para que el cuerpo funcione correctamente. Por eso, es crucial que intentemos, en primer lugar, mantener una buena hidratación de nuestro cuerpo, también a través de la dieta, y en segundo lugar, una cierta regularidad en las comidas", señala Chiva-Blanch, destacando que hay que mantener una buena hidratación, aunque no tengamos sed, para proteger nuestro sistema circulatorio. Eso sí, aconseja evitar el alcohol o las bebidas azucaradas, también las digestiones pesadas. Y da algunos consejos.
Cinco consejos de experta
Hay que optar por alimentos frescos, de temporada, crudos, como ensaladas enriquecidas con legumbres y pasta o arroz, que combinados aportan tanto la energía como las proteínas necesarias. Verduras como tomate, pepino, cebolla, calabacín, pimiento, judía verde, berenjena, etc. son alimentos básicos por su contenido en vitaminas, minerales y antioxidantes, así como el agua.
Beber gazpacho y tomar cremas frías, como vichyssoise, que pueden enriquecerse con frutos secos y semillas. Pueden acompañarse de un segundo plato a base de pescado a la plancha o de pasta.
Cambiar los snacks de entre horas por fruta. Es cierto que el calor hace que podamos tener ganas de refrescarnos con una cerveza, el popular tinto de verano o un helado. Son alimentos que refrescan, pero muy calóricos. Puede optarse por sandía, por ejemplo, que contiene un 95 % de agua y es una opción muy refrescante, seguida del melón o cualquier otra fruta veraniega, como los melocotones, las cerezas o las ciruelas. El plátano, por ejemplo, ayuda a combatir la fatiga que sentimos cuando el termómetro sube mucho, y los frutos rojos contienen un antioxidante natural, la antocianina, que disminuye la presión arterial y ayuda al organismo a reducir la temperatura. Hay que recordar que la fruta puede tomarse sola, pero también pueden prepararse helados, granizados y batidos saludables caseros.
Cuando comemos fuera de casa, hay que tener en cuenta que los fritos son ricos en aceites y grasas, y que a menudo las raciones que nos sirven son mayores que las que tomamos en casa.
Es recomendable seguir una rutina en las comidas. El aumento de horas con luz y las vacaciones hace que cambiemos nuestros hábitos, lo que repercute en nuestra nutrición. Acabamos comiendo en función de los horarios, picando más entre horas. Intentar mantener una regularidad en las horas de ingesta ayuda a superar la falta de apetito debida al calor, y a evitar que acabemos comiendo alimentos procesados poco recomendables.