Para algunos no llega a ser siesta, se trata, más bien, de la cabezadita que damos después de comer, una especie de meditación con los ojos cerrados que no dura más de media hora. La buena noticia es que eso que tú achacabas al bajón de la digestión es bueno para la salud.
Un estudio publicado en la revista Sleep Health afirma que estas siestas dirunas pueden ralentizar el proceso de envejecimiento del cerebro. El estudio, dirigido por el University College London (UCL) y la Universidad de la República de Uruguay, analizaron los datos de un grupo amplio de personas de entre 40 y 69 años, descubriendo un vínculo causal entre las siestas regulares durante el día y un mayor volumen cerebral total.
El volumen cerebral es importante porque implica un menor riesgo de demencia y otras enfermedades neurodegenerativas. Las microsiestas, por tanto, podrían convertirse en un recursos importante para preservar la salud del cerebro. La razón es que disminuiría la velocidad a la que la masa cerebral se consume conforme vamos cumpliendo años.
Los científicos se basaron en datos del análisis del Biobanco de Reino Unido, un macroestudio que recopiló información genética, de estilo de vida y de salud de 500.000 personas a lo largo de varios años. Se utilizaron los datos de 35.080 participantes de ese estudio para analizar si una combinación de variantes genéticas asociadas con las siestas diurnas también están relacionadas con el volumen cerebral y la cognición.
Los investigadores descubrieron que la diferencia promedio en el volumen total del cerebro entre los que duermen siestas era igual a 2,6 a 6,5 años de envejecimiento, aunque en otras medidas, como el volumen del hipocampo, tiempo de reacción y el procesamiento visual, no hubo apenas diferencias entre los dos grupos.
Pero lo más interesante del estudio es que se daba un aumento pequeño, aunque significativo, en el volumen del cerebro de las personas que están predispuestas genéticamente a tener siestas durante el día. Es decir, las personas genéticamente preparadas para dormir la siesta tenían un volumen cerebral total mayor, un marcador de la salud del cerebro, especialmente en los adultos mayores.
Tras el estudio, los investigadores confirmaron que existe "asociación causal modesta" entre las siestas diurnas realizadas de manera habitual y un volumen cerebral total más grande. Este es el primer estudio que intenta desentrañar la relación causa-efecto entre las siestas diurnas habituales y los resultados cerebrales, cognitivos y estructurales. Los científicos esperan ahora que puedan realizarse más experimentos que confirmen los beneficios para la salud de las siestas cortas y cambie la manera en la que son percibidas por la población.