La diabetes es un problema en ascenso en todo el mundo. Más de 463 millones de personas la sufren, según la International Diabetes Federation, y las muertes por su causa aumentaron en un 70% entre los años 2000 y 2019. A medida que envejecemos corremos un riesgo mayor de desarrollarla. De hecho, el 40% de las personas diagnosticadas son mayores de 65, aunque sus atípicas manifestaciones dificultan el diagnóstico y su buen control.
La diabetes es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente o cuando el organismo no utiliza eficazmente la que produce. La insulina es una hormona que regula el azúcar en la sangre, y si se descontrola con el tiempo daña gravemente muchos órganos y sistemas, especialmente los nervios y vasos sanguíneos. Hay dos tipos de diabetes, la tipo 1, antes llamada infanto-juvenil, y la tipo 2, conocida como la del adulto y que es la que aquí nos interesa ya que supone en torno al 90% del total de los casos y su incidencia está aumentando en los últimos años.
La prevención en esta enfermedad es de vital importancia, por eso es necesario detectar a las personas con riesgo de padecerla para establecer unos criterios preventivos. Hablamos con Carlos Miranda Fdez. Santos, responsable del Área Cardiovascular y Diabetes de la Sociedad Española de Medicina Generalista, sobre cómo nos afecta esta enfermedad, sus síntomas y cómo se puede controlar.
¿Cómo afecta la diabetes a las personas a partir de los 50-60 años?
La edad es uno de los factores más importantes de condicionamiento de la aparición de la diabetes tipo 2, que se puede tratar con fármacos orales o poniendo insulina si está muy avanzada. Está demostrado que medida que aumenta la edad, aumenta la frecuencia de diagnóstico por diabetes.
Una de cada tres personas con diabetes en España no está diagnosticada ¿Qué síntomas tiene en las personas mayores?
Hay diferentes tramos de edad. El consenso de abordaje de la diabetes en el paciente mayor lo establecemos a partir de los 75. Pero entre los 50 y los 75 hay mucha diferencia. Cuando se debuta por encima de los 50 quizás sí puede haber una clínica clara de síntomas cardinales: pérdida de peso, beber mucha agua, orinar mucho…
Cuando son personas más mayores el diagnóstico se suele dar en los controles anuales que hacemos analíticamente a las personas. Se considera diabetes cuando tienes dos valores por encima de 126 mg/dl. Cuando estos valores superan los 110, hay que hacer controles anuales. Y a partir de establecerse el diagnóstico ya se inicia el tratamiento.
¿A qué se debe que cada vez más adultos padezcan esta enfermedad?
Se debe a que ha cambiado el estilo de vida, mucho más sedentarismo que hace 50 años, los trabajos eran diferentes, las actividades eran distintas, la longevidad no era tan elevada, la obesidad, que es un problema enorme en nuestro país... Hay una serie de factores condicionantes.
¿Algún factor de riesgo más pueda favorecer su aparición?
Fundamentalmente sedentarismo y obesidad. También en las personas mayores aparece la obesidad sarcopénica, en gente debilitada, que ha perdido masa muscular en brazos y piernas pero sí tiene grasa abdominal. La masa muscular es muy importante para prevenir la aparición de la diabetes y para evitar la dependencia en el futuro. Sin ella aparece la dificultad para la marcha y en general la decrepitud de la persona.
¿Cómo se trata o se controla esta enfermedad en los mayores?
Normalmente, cada persona tiene un tratamiento. Es decir, va a estar condicionado por el resto de los factores que tenga la persona. Es muy importante tratar todos esos factores, porque la gente no suele morirse o tener complicaciones relacionadas con el azúcar, lo que ocurre es que son mucho más frecuentes las complicaciones cardiovasculares, infartos, ictus, enfermedades renales… y esas son las que hay que procurar retrasar. ¿Eso cómo se hace? Pues tratando adecuadamente la enfermedad, poniéndole el tratamiento ajustado a cada persona y tenerlo muy controlado. Normalmente se utilizan fármacos orales, aunque ahora hay una generación de fármacos inyectables que han cogido mucha popularidad porque favorecen la pérdida de peso.
¿Qué no puede hacer bajo ningún concepto una persona mayor con diabetes?
Las personas con diabetes tipo 2 realmente pueden hacer una vida prácticamente normal siempre que estén bien informadas. Hay que explicarles muy bien por qué es importante que tengan la tensión arterial bien, que no fumen, que hagan ejercicio, que se tomen la medicación, si no, pueden cometer errores. Si estás bien informado por tu médico realmente no tienes por qué tener muchos problemas.
¿Qué tipo de dieta debes hacer si padeces diabetes?
Hay una serie de falsos mitos, como que no se puede comer melón, o fruta o plátanos. La persona con diabetes puede comer de todo. Lo único es que tiene que saber controlar los hidratos de carbono. Por eso hay que explicar que si va a comer arroz o spaguetti, tiene que tener un control. Cuando se descompensan y ya no responden a los tratamientos orales, en la diabetes tipo 2 muchas veces hay que insulinizar, lo que implica otro proceso de educación terapéutica que ya es un poco más complicado, pero no hay otra solución.
¿Qué ocurriría en nuestro organismo si decidiéramos dejar de ingerir para siempre alimentos procesados con exceso de glucosa y azúcares añadidos?
No es contraproducente. Los alimentos ultraprocesados y azúcares añadidos no son muy saludables, seas diabético o no. Hay que intentar comer alimentos frescos, naturales y hacer la dieta mediterránea que hacíamos desde que éramos pequeños, aunque ahora es más complicado porque todo el mundo compra envasado, que es más barato que los frescos.
¿Cómo se pueden controlar los antojos cuando tienes diabetes?
No es lo mismo comerse una tableta de chocolate entera que comerse una onza. Entonces, ¿por qué no va a poder tomarse una onza de chocolate una persona mayor con diabetes tipo 2? pero hay que tener un equilibrio alimenticio. Si tomas chocolate tienes que saber que necesitas verduras, ensaladas, postres sanos. Otra cosa son los trastornos alimentarios, los trastornos que necesitan un enfoque diferente.
Además del equilibrio alimentario, ¿qué otras medidas podemos tomar para prevenir o retrasar esta enfermedad?
Procurar estar en un peso normal, hacer actividad física, tener una vida sana y hacerse sus revisiones anuales. Es la única manera. Son reglas muy sencillas, pero luego no lo es tanto el cumplirlas.
¿Qué más se puede hacer para educar a la población sobre este problema?
Es un reto importante. Porque debería ser un servicio más del Sistema Nacional de Salud. Existe muchas desigualdades, va a depender mucho del equipo médico y de enfermeras que te toque, de la motivación de ese equipo, pero también de la motivación del paciente. Y luego llegar a lo que llamamos pacto terapeútico. Hay personas que te dicen ‘yo no voy a dejar de hacer mis cosas, voy a seguir fumando, no voy a hacer ejercicio porque no tengo tiempo, etc. El pacto terapéutico consiste en proponerle ‘¿Te tomarías cuatro pastillas para seguir haciendo tu vida normal?’. Por eso decía que cada persona es un mundo y necesita su propio tratamiento.