A partir de los 50, la artritis es una afección habitual, aunque no siempre seamos conscientes de ella en sus primeros estadios. La rigidez matutina que sentimos por la mañana, al levantarnos, puede ser síntoma de artritis.
Técnicamente, se trata de una enfermedad reumática, autoinmune y crónica que afecta a las articulaciones, con síntomas como dolor, hinchazón, rigidez matutina, enrojecimiento, pérdida de fuerza, de destreza y de movilidad. Ciertos tipos de artritis pueden presentar otros síntomas no relacionados directamente con las articulaciones; entre ellos, dolor generalizado, fatiga extrema, piel escamosa y con picor (psoriasis), cambios en las uñas de las manos o de los pies, sarpullidos, fiebre, pérdida de peso e incluso afectar a otras partes del cuerpo, como los ojos, el corazón, los pulmones y el sistema nervioso.
La artritis no es una enfermedad única, sino que existen diversos tipos. Entre los más comunes están: artrosis, gota, artritis reumatoide, artritis idiopática juvenil y espondiloartritis (incluidas la espondiloartritis axial y la artritis psoriásica).
Solo en una de sus variedades, la artritis reumatoide, se estima que hay unas 300.000 personas afectadas en España y cada año se diagnostican en torno a 20.000 casos nuevos. Ampliando el foco, cerca de 9,5 millones de españoles, una de cada cuatro personas mayores de 20 años, tiene una enfermedad reumática.
La artritis produce importantes costes directos, derivados de la atención sanitaria y uso de fármacos, e indirectos, como son las bajas laborales y el impacto en calidad de vida de los pacientes. Se calcula que hasta un 5% de todas las incapacidades laborales permanentes en España se deben directamente a la artritis reumatoide, más frecuente en personas entre 40 y 60 años, y en mujeres.
Aunque algunas formas de artritis son más comunes en mayores, esta enfermedad puede afectar a todas las edades y condiciones físicas, incluidos niños, adolescentes y personas que practican deporte con frecuencia.
Al margen de la medicación, la fisioterapia ayuda a mitigar el dolor y la fatiga, a mantener las articulaciones lo más móviles posible, fortalecer el corazón y los pulmones; mejorar la fuerza, la resistencia muscular y el equilibrio; reducir el riesgo de padecer otras enfermedades, como la diabetes y las cardiopatías, y prevenir la pérdida de densidad ósea. También ayuda a reducir la depresión o ansiedad, que suelen ir asociadas a la artritis.
El ejercicio terapéutico, por tanto, resulta fundamental en el tratamiento de todas las formas de artritis y ofrece numerosos beneficios para la salud. Es importante que las personas con artritis se mantengan activas y sigan moviéndose todo lo posible. “La evidencia científica ha demostrado que evitar el movimiento puede empeorar los síntomas. El ejercicio -controlado, por supuesto- incluido el levantamiento de pesas y ejercicio de alta intensidad, es beneficioso y seguro para las personas con artritis. El fisioterapeuta aconsejará a cada paciente sobre cómo empezar a hacer ejercicio y cómo aumentarlo gradualmente a medida que su cuerpo se fortalezca”, explica Pablo Herrera, vicedecano del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid.
El fisioterapeuta, dentro de un equipo interdisciplinar, es el profesional que guía al paciente sobre cómo hacer ejercicio de manera segura, aumentar sus niveles de actividad, establecer metas, controlar los síntomas y encontrar el equilibrio adecuado entre descanso y actividad. También ayuda a acceder a la atención de otros profesionales, como especialistas médicos, psicólogos, nutricionistas, terapeutas ocupacionales y otros. Este profesional orienta a cada paciente con un programa de ejercicios personalizado que combina cuatro áreas: movilidad, fortalecimiento muscular, aeróbicos y de equilibrio.
La inactividad física y el sedentarismo son frecuentes en las personas con artritis reumatoide. Menos del 14% de ellas realizan actividad física en los niveles recomendados. Los pacientes de esta tipología tienen entre 1,5 y 2 veces más riesgo de enfermedad coronaria y el doble de riesgo de desarrollar insuficiencia cardiaca que la población general.
Aunque al principio sólo puedan dedicar 10 minutos cada vez, es importante que los pacientes reduzcan la inactividad física y el tiempo que pasan sentados, aumentando a partir de ahí, de forma progresiva, el tiempo que están activos. Como señala Pablo Herrera, "La actividad física es fundamental para las personas con artritis. El ejercicio, pautado por un fisioterapeuta, es beneficioso y seguro para estos pacientes. Por el contrario, la inactividad y el sedentarismo provocan más dolor y favorecen la aparición de otras enfermedades".