Nuestro cuerpo es sabio y suele mandarnos distintas señales cuando sufrimos algún problema de salud que no se aprecia a simple vista: inflamación, cansancio inusual, ir constantemente al baño, un dolor repentino o la falta de energía constante pueden ser manifestaciones de una posible dolencia. De entre todos estos indicadores, el olor de la orina es fundamental.
La cantidad de urea, creatinina, ácido úrico o amoniaco, presentes en proporción variable, determinarán aspectos como el color o el olor; este último es más o menos fuerte en función de los distintos residuos que excretan nuestros riñones y la cantidad de agua que expulsamos. La falta de olor o, por el contrario, un olor intenso podrían ser una buena pista de cómo anda nuestra salud, e indicarnos si debemos acudir a nuestro centro de salud para realizar un chequeo rutinario.
¿Qué nos está diciendo el olor en la orina?
Quizá una de las causas más comunes del olor fuerte a amoniaco a la hora de miccionar. La falta de líquidos hace que nos deshidratemos y que la orina se concentre mucho más e irrite el revestimiento de la vejiga. Además, el color suele ser más oscuro, con un aspecto turbio, muy distinto del chorro transparente que contiene pocos residuos. Si te das cuenta de que estás bebiendo muy poca cantidad de agua, puedes aumentar tu ingesta de líquidos y comprobar si el olor cambia a mejor.
Cuando mantenemos relaciones sexuales, los movimientos en la vejiga pueden modificar el equilibrio de las bacterias en la vagina y provocar infecciones como la vaginosis bacteriana o la tricomoniasis. Esta última modifica el aspecto del flujo vaginal, que adquiere el aspecto del pus y un olor fuerte y desagradable.
El olor intenso y dulzón en el pis, tener sed a todas horas y ganas constantes de ir al baño podrían ser una señal de que sufrimos algún tipo de diabetes o hiperglucemia, ya que los riñones eliminan el excedente de glucosa en sangre a través de la orina.
La insuficiencia renal derivada de un bajo flujo sanguíneo disminuye la cantidad diaria de orina y modifica dos de sus propiedades fundamentales: el olor, que se vuelve más intenso, y el color, que se oscurece.
En un artículo para Eroski Consumer, la nefróloga Paloma Sanz se refiere a los gérmenes que metabolizan la urea y producen nitritos y leucocitos, “lo que hace que la orina se vuelva turbia y con mal olor”. Un olor fuerte, escozor al orinar, restos de sangre en la orina, el color turbio y acudir con frecuencia al baño podría indicar que determinadas bacterias han penetrado en el tracto urinario y nos han provocado una cistitis, una infección más frecuente en mujeres causada por la bacteria Escherichia coli.
Otra de las pistas que puede darnos el olor de la orina está relacionada con el tracto urinario y las bacterias que se reproducen en él, un dato que ha sido revelado por estudios científicos recientes y que aún se sigue estudiando.
A pesar de que el olor pueda ponernos en alerta, esta microflora, compuesta por muchos tipos de bacterias, no tiene por qué ser perjudicial para nuestra salud. Será el urólogo quien evalúe nuestro caso y decida si la bacteriuria requiere algún tipo de tratamiento específico. Por lo general, no suelen recetarse antibióticos para no alterar el equilibrio de la flora y evitar la propagación de otro tipo de bacterias más complicadas de tratar.
Los mayores, las mujeres y las personas que sufren diabetes son más propensas a desarrollar este tipo de flora bacteriana en el tracto urinario. No se debe utilizar el verbo ‘padecer’, ya que, como decíamos, estas colonias de bacterias no tienen por qué ser perjudiciales.