Enfrentarse a los meses más duros del invierno supone todo un reto para la salud ocular. El frío incide directamente en nuestros ojos, algo lógico a lo que apenas damos importancia, pese al impacto que tiene en nuestra visión. El invierno es la peor estación para aquellas personas que sufren de sequedad ocular y el frío, y el aumento del uso de la calefacción no ayuda.
Por ello, al igual que cuidamos y protegemos nuestros ojos en verano, también debemos hacerlo en los meses de invierno, ya que el viento, la lluvia y la bajada de las temperaturas, pueden provocar molestias que serían fácilmente evitables siguiendo unas sencillas medidas de prevención. Para Elena Barberan Camas, óptico-optometrista a cargo de Servicios de Salud Visual de General Óptica, “Cuidar de los ojos durante el invierno es esencial para mantener una visión saludable y sentirnos más cómodos. Con una protección adecuada y un pequeño cambio de hábitos se puede prevenir las molestias oculares que guardan relación con la temporada invernal". ¿Cuáles son estas molestias?
Las bajas temperaturas y la menor humedad en el ambiente hacen que disminuya la evaporación de la película lagrimal que recubre y protege el ojo, y que es esencial para mantener la superficie ocular suave y libre de irritaciones.
En condiciones de frío, la evaporación de las lágrimas se acelera, lo que puede llevar a una disminución en la producción de lágrimas y a una sensación de sequedad, ardor o picazón en los ojos. Esta sequedad ocular puede ser especialmente incómoda en lugares con calefacción central, ya que el aire caliente y seco que se encuentra en el interior de los edificios puede causar molestias añadidas.
Durante el invierno puede darse una sobrexposición a los rayos ultravioleta, especialmente en personas que viven en lugares donde nieva abundantemente o en amantes de los deportes de invierno. La nieve, que refleja la radiación ultravioleta, puede aumentar el riesgo de daño ocular relacionado con el sol si los ojos no tienen una protección ocular adecuada. El riesgo de daño es aún más alto en las montañas, donde la altitud aumenta la exposición a los rayos ultravioletas.
El viento frío puede ser dañino para los ojos, ya que puede provocar sequedad, irritación y enrojecimiento al evaporar rápidamente la humedad de la superficie ocular y aumentar la evaporación de las lágrimas. Además, el viento puede transportar partículas de polvo y alérgenos, lo que podría agravar la irritación y la sensación malestar.
Superar el invierno sin problemas oculares es posible tomando ciertas precauciones. Hay que tener en cuenta que, a partir de los 50 años, los ojos empiezan a acusar el paso del tiempo, aunque no exista una enfermedad preexistente. En torno a los 45, empieza lo que se conoce como la presbicia. En ese momento, hay personas que empiezan a perder visión de cerca. El frío no tiene que ver con el desarrollo de esta enfermedad, pero sí contribuir a un mayor malestar, con sensación de fatiga o pesadez. ¿Qué es lo que aconsejan los expertos?
El uso de gafas de sol con protección UV es muy recomendable no solo en verano, sino también en invierno. Hay que asegurarse de que las lentes ofrecen una protección del 100% contra los rayos UVA y UVB, especialmente si vamos a movernos en un entorno nevado, ya que la nieve refleja el 80% de los rayos UV y según vamos aumentando la altitud, también la radiación solar, cada 1.000 metros, un 15% más.
Si, además, vamos a practicar algún deporte de invierno es fundamental que utilicemos unas buenas gafas de nieve, estos son algunos consejos para saber elegirlas:
Tan simple como eso: beber agua abundante es muy importante para mantener una buena hidratación, lo que a su vez es esencial para la salud ocular. El ojo humano está compuesto en un 90% de agua. Una ingesta adecuada ayuda a mantener la producción de lágrimas y previene la sequedad de la zona. En invierno, al no pasar tanto calor como en verano, es habitual no tener sed y beber menos agua, por lo que hay que recordar que debemos mantenernos hidratados y la mejor manera, es mantener una botella con agua siempre cerca de donde nos encontremos.
Durante el invierno, el aire seco en espacios interiores puede agravar la sequedad ocular. Usar humidificadores en el hogar o en el lugar de trabajo puede ayudar a mantener un nivel óptimo de humedad. Y si no disponemos de un humidificador se pueden colocar pequeños recipientes cerámicos con agua en los radiadores para que el ambiente no esté tan seco. También es muy recomendable emplear lágrimas artificiales que faciliten la hidratación de la córnea.
Si se trabaja frente a la pantalla de un ordenador conviene tener en cuenta la regla 20-20-20, que implica tomar un descanso visual cada 20 minutos y enfocar la mirada en un punto situado a más de 20 metros durante al menos 20 segundos. De esta manera, relajaremos los músculos oculares y podremos mantener los ojos bien lubricados.
El viento frío y seco es perjudicial para nuestros ojos, y las molestias pueden incrementarse si se practican deportes al aire libre, como el ciclismo, o si se vive en áreas propensas a condiciones ventosas. En estos casos, protegerse con gafas es esencial para mantener nuestros ojos en perfecto estado, ya que actúan como barreras físicas y ayudan a mantener el viento y las partículas irritantes lejos de los ojos, además de reducir la sequedad y la irritación. En caso de que un cuerpo extraño penetre en nuestros ojos, no hay que frotárselos nunca, debemos lavárnoslos rápidamente con agua o lágrimas artificiales.
Consumir una dieta rica en vitaminas y antioxidantes es crucial para mantener la salud ocular. Los alimentos ricos en vitamina A, C y E, así como en ácidos grasos omega-3, ayudan a prevenir problemas oculares. Algunos de los alimentos más recomendables en esta época del año son zanahorias, espinacas, nueces, pescado, cítricos y kiwis.
Frente a un ordenador o la televisión tendemos a parpadear menos. Si a esto le añadimos que en invierno normalmente lo hacemos cerca de algún radiador, o de una chimenea, el ambiente es mucho más seco. Parpadear a menudo incentiva la producción de lágrimas de forma natural lo que ayuda a evitar que tengamos una mayor sequedad ocular o incluso alguna lesión ocular.
Si trabajamos en el exterior o pasamos gran parte del día al aire libre, y nuestros ojos han sido castigados por el frío, el viento y las inclemencias meteorológicas, debemos darles un descanso cuando lleguemos a casa y mejor evitar un uso prolongado de pantallas como ordenadores, tablets o móviles.
Este último consejo es bueno para nuestra salud en general, pero también para nuestros ojos, ya que estos hábitos poco saludables pueden provocar numerosas afecciones oculares. Como se sabe, el tabaco y el alcohol pueden producir cáncer en cualquier dosis. En los ojos no suelen desarrollarse tumores; sin embargo, algunas patologías graves, como la diabetes, sí pueden tener consecuencias limitantes para la salud ocular.