¿Te ha ocurrido alguna vez que no te dan ganas de seguir leyendo un libro debido al minúsculo tamaño de sus letras? "'¡Ay dios, qué letra tan pequeña!", recuerdas que se quejaba tu abuela cuando los caracteres se amontonaban como hormigas muy juntas en las páginas, invitándola a desistir de su lectura. Ahora eres tú el que te quejas. Aunque llevas gafas has notado que de un tiempo a esta parte las letras te bailan y tienes que alargar el brazo para enfocar mejor el libro. Sí, te estás haciendo mayor, pero no te preocupes. La buena noticia es que no te ocurre nada que no le pase a otros 17 millones de españoles. Se llama presbicia, también conocida como vista cansada.
Según datos de General Óptica, la presbicia afecta a ocho de cada diez personas mayores de 45 años y consiste en la pérdida de elasticidad del cristalino con el paso de los años. Esto se traduce en tener dificultades para poder enfocar y leer las letras más pequeñas, no solo la de los libros de bolsillo, sino las del móvil, la receta de un medicamento o la carta del restaurante. Cuanto más se acerca la vista, más borrosas se ven las letras, por lo que la solución suele ser alejarse, pero la dificultad para leer las letras pequeñas sigue estando presente. Estos problemas de visión borrosa pueden ir acompañados de cefaleas, disconfort lagrimal, fatiga visual, enrojecimiento de los ojos, escozor o sequedad. Es decir, puede llegar a suponer un problema en el día a día.
Curiosamente, la mitad de los españoles entre 39 y 54 años dicen no estar seguros de si tienen o no presbicia, según un estudio de VER&SE BIEN. Dudas que tienen un componente emocional, ya que este problema de la vista cansada suele asociarse con el envejecer. Por eso muchas personas retrasan la visita al oftalmólogo todo lo que pueden hasta que las dificultades para leer son ya clamorosas.
Las editoriales deben ser conscientes de este problema que afecta a buena parte de su público potencial. Aunque, según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España 2022, el el tramo con mayor población lectora es el comprendido entre los 14 y los 24 años (74,2%), el porcentaje de lectores con 65 y más años se ha incrementado desde 2012 por encima de la media de crecimiento general (13,7 puntos porcentuales, de 38,2% al 51,9%).
Muchas personas mayores son grandes amantes de la lectura. Sin embargo, les resulta difícil encontrar ediciones adecuadas para ellos. La mayoría de libros se editan en tamaño pequeño y letras que resultan muy difíciles de leer. Diversos estudios certifican que los textos en cuerpo 17 o 18 resultan más accesibles para las personas con problemas de visión (el habitual es del cuerpo 12).
"Le pediría a las editoriales que editaran los libros de bolsillo con un tamaño de letra aceptable, que pueda leer sin que me provoque dolor de cabeza, que no me dañe a la vista. Quiero seguir leyendo sin quedarme ciega en el intento", reclama María, de 52 años. La alternativa puede ser el ebook o libro electrónico, que permite ajustar el tamaño de fuente y el estilo de página a nuestras necesidades. La parte negativa es que su uso prolongado puede hacernos sentir cierto cansancio ocular, sobre todo si no ajustamos correctamente el brillo y el contraste de las pantallas.
En lo que coinciden todos los expertos es en que la presbicia no se puede prevenir, ni tampoco se puede evitar su progresión. No existe cura conocida para el endurecimiento del cristalino. Es un problema degenerativo que seguirá avanzando, cada día un poquito más. No obstante, sí es posible aplicar medidas correctoras para poder ver con nitidez. Será el óptico quien nos indicará el tipo de gafas o lentes de contacto más conveniente para nuestro grado de presbicia, pero, en general, estas son las que los expertos recomiendan:
A pesar de esto, para quienes padezcan niveles muy avanzados de vista cansada y no puedan (o no quieran) usar gafas o lentillas, es posible llevar a cabo procedimientos quirúrgicos destinados a alterar la forma de la córnea, lo que ayuda a enfocar objetos cercanos (aunque no sea su función) y le quita presión del cristalino. Otros hábitos como la protección de los ojos frente a los rayos UV, la iluminación adecuada de lo que queremos ver o leer, la ingesta de alimentos saludables, en particular frutas y verduras, y los exámenes oculares frecuentes pueden ayudarnos a alargar nuestra salud visual.