Dormir mucho, desgraciadamente no es sinónimo de dormir bien. Un sueño de calidad está ligado no a las horas que se pasan dentro de la cama sino a la calidad del sueño. Según una encuesta de la Sociedad Española del Sueño, más de la mitad de los españoles no duermen bien, además concluye que los españoles aprovechan el fin de semana para recuperar descanso y solo 3 de cada 10 considera que tiene un sueño excelente.
Según una encuesta del SES, el 58% de los españoles duerme mal y hasta un 13% no descansa nada. Los españoles dormimos una media de 6,8 horas entre semana, siendo entre 7 y 9 horas lo recomendado por los expertos. Además, 7 de cada 10, nos despertamos al menos una vez por la noche.
El estrés, la ansiedad, sucesos dolorosos o traumáticos, estar pasando por un mal momento a nivel emocional, horarios de sueño irregulares, algunos medicamentos… son algunos de los factores que pueden afectar a que se padezca algún trastorno del sueño, entre ellos destacan las parasomnias, aquellos trastornos que se asocian a anomalías durante el sueño y que afectan a fases específicas causando dificultades en el descanso, como pueden ser las pesadillas y los terrores nocturnos que, aunque puedan parecer lo mismo, nada tienen que ver.
Aunque puedan parecer lo mismo, lo primero que debemos tener claro es que no lo son, pues existen diferencias entre ambos procesos y la forma en la que aparecen.
Una pesadilla es un sueño, con un contenido que nos causa miedo, temor o malestar. Esto nos lleva a experimentar sensaciones de angustia como en el caso de los terrores nocturnos, pero una de las grandes diferencias es que en las pesadillas nos despertamos, despertamos del todo. Es decir, existe un verdadero contacto con la realidad y se aprecia el entorno como es y además al despertarnos solemos recordar la pesadilla, al menos en el momento de despertarnos. Nos despertamos porque las pesadillas ocurren en la fase REM de nuestro sueño y tras ella tenemos un despertar completo.
En el caso de los terrores nocturnos, la persona no puede despertarse con facilidad, pues ocurre en la fase de sueño profundo, incluso si otra persona intenta lo intenta despertar, puede costar y además no se recomienda. A diferencia de las pesadillas, lo terrores nocturnos pueden durar pocos minutos o hasta media hora y por lo general suele haber dificultades para recordarlos al despertar.
Se suelen dar entre el primer tercio y la primera mitad de la noche en fase de sueño profundo y, además, pueden provocar sonambulismo. Durante un episodio de terror nocturno, una persona puede:
En la mayoría de los casos de terrores en adultos, no suelen aparecer por sí solos. Suelen hacerlo cuando la persona ha pasado por un momento de mucho estrés o tienen un problema psicológico bien asociado a su personalidad o a experiencias recientes. Las causas más comunes de terrores en adultos son: