Tras haber sido dado de alta hace menos de una semana después de su intervención quirúrgica, el palacio de Buckingham ha anunciado que Carlos III de Inglaterra padece cáncer. A través de un comunicado, la casa real ha hecho oficial la noticia de la enfermedad que ha sido descubierta durante su reciente operación, de la que ya se conocía que estaba relacionada con un problema de próstata.
El comunicado reza que "durante la reciente intervención hospitalaria del rey por un agrandamiento benigno de próstata, se observó otro motivo de preocupación. Las pruebas diagnósticas posteriores han identificado una forma de cáncer. Su majestad ha comenzado hoy un programa de tratamientos regulares, durante el cual los médicos le han aconsejado que posponga sus obligaciones de cara al público. Durante este período, continuará llevando a cabo los asuntos de Estado y los trámites oficiales con normalidad".
Tal y como han señalado, "el rey agradece a su equipo médico su rápida intervención, que ha sido posible gracias a su reciente intervención hospitalaria. Sigue siendo totalmente positivo sobre su tratamiento y espera volver a la plena función pública tan pronto como sea posible".
Del mismo modo, han contado la razón por la cual han hecho pública la enfermedad del monarca: "Su majestad ha decidido compartir su diagnóstico para evitar especulaciones y con la esperanza de que pueda ayudar a la comprensión pública de todos los afectados por el cáncer en todo el mundo".
El cáncer de próstata es uno de los tipos más comunes de cáncer que se forma en la glándula que produce el líquido seminal, encargado de nutrir y transportar el esperma. Se trata de la segunda enfermedad maligna más frecuente en hombres y la quinta causa de muerte por cáncer en el mundo.
Muchos tumores de este tipo crecen lentamente y no tienen por qué causar un daño grave si se detectan temprano, cuando todavía están en la glándula prostática, lo cual presenta un número mayor de posibilidades de éxito en su cura que ascienden hasta un 75%. Sin embargo, hay otros que son agresivos y se pueden diseminar con rapidez.
Aunque son distintos en cada persona, la mayoría de los hombres no suelen presentar ningún síntoma. Sin embargo, y aunque podrían ser producto de otras afecciones, existen algunos como la dificultad para comenzar a orinar, aunque suele ser más habitual como consecuencia de un crecimiento en la próstata no canceroso. Del mismo modo, el flujo de orina débil o interrumpido o en el otro extremo, la micción con frecuencia, especialmente por la noche, podrían ser otros de las señales, como lo son el dolor o la sangre presente en la orina, la espalda, las caderas o la pelvis o al eyacular.
Aun así, ante cualquier signo de sospecha, lo más importante es acudir al médico e informarle sobre los indicios para que pueda encontrar su causa y el tratamiento necesario.