Dormir (bien) es esencial para nuestro buen desempeño durante el día y también para nuestra salud. Si el descanso no es óptimo puede que aguantemos unos días, pero poco a poco ese cansancio va haciendo mella en nosotros y en nuestro organismo. Aunque es verdad que según cumplimos años se duerme menos y son necesarias menos horas de sueño, existe un problema para conciliar el sueño y, con ello, cada vez más personas recurren a fármacos para poder dormir unas horas del tirón.
El insomnio ha terminado por convertirse en un problema grave que afecta directamente a la salud. Tanto que en un estudio liderado por la Sociedad Española del Sueño (SES) se señala que en uno de cada diez adultos españoles el insomnio es crónico, más de cinco millones de personas que ven como su calidad de vida se ve completamente afectada por la falta de sueño. ¿Qué hacemos mal? O visto de otra forma, ¿qué podemos mejorar para lograr dormir más y mejor?
No son pocos los que cuando se meten en la cama son incapaces de dormirse sin algo de fondo, así que mantienen la televisión encendida hasta que por fin caen rendidos. Sin embargo, puede acarrear determinados problemas de salud, o eso es lo expone un estudio desarrollado por el departamento de Neurología de la Northwestern University School of Medicine de Chicago.
La luz no es la mejor amiga del sueño, y la que emite el aparato, junto con el sonido, interfieren en los ciclos del sueño, lo que muchas veces dificulta que se pueda entrar en las fases más profundas del sueño, que son las más reparadoras. La luz que emite la televisión también afecta a la producción de melatonina, a lo que se suman daños en la función cardiovascular, provocando un aumento en la fatiga y el estrés, alterando por completo los ritmos circadianos.
La temperatura del dormitorio también puede jugar en nuestra contra si el ambiente no es el adecuado para conciliar el sueño. En verano la cosa se complica ante el infernal calor que sofoca durante muchas noches, mientras que en invierno mucho frío, así como demasiado calor si nos pasamos con la calefacción, también van a impedir dormir a gusto.
Lo mejor es que el dormitorio se mantenga oscuro y fresco, por lo que en otoño e invierno todo está a nuestro favor, con una temperatura que según la National Sleep Foundation se debe mantener entre los 15 y los 19 grados. No obstante, otro estudio elaborado por investigadores relacionados con la facultad de Medicina de Harvard que la temperatura ambiente de la habitación se debe mantener entre los 20 y los 25 grados para que el sueño sea más reparador.
Cómo nos vamos a dormir es otro de los factores que va a afectar directamente sobre nuestro sueño, aquello que ronda nuestra cabeza cuando la fundamos sobre la almohada, los pensamientos, que en general suelen ser malos. El psiquiatra de la Universidad de California Aric A. Prather explicaba en un artículo que los pensamientos negativos son más dañinos por las noches, pues impiden que un momento que tendría que ser de tranquilidad lo aprovechemos para descansar, pues acabamos dándole vueltas a esos problemas. ¿Resultado? Nos desvelamos y dormimos peor.
Por eso mismo este experto subraya que se deben reservar 15 minutos al día para pensar en esas preocupaciones y buscar posibles soluciones, preferiblemente por las tardes. Una vez hecho esto, aconseja hacer una lista de esos problemas que no se van de tu cabeza escribiendo al lado una posible solución o soluciones que pueden solventarlos. Un método que según el psiquiatra es más que efectivo frente a los problemas del sueño.