El herpes zóster es una enfermedad que causa el virus de la varicela-zóster (VVZ), el mismo que produce la clínica de varicela en niños y adultos. Este herpes zóster se produce por la reactivación de este virus que se mantiene en el organismo tras la infección inicial por varicela, normalmente cuando somos pequeños. El tiempo de reactivación suele ser décadas después de haber padecido la conocida varicela, pero el cuerpo tiene memoria y reaparece en forma de herpes zóster.
El año pasado el Ministerio de Sanidad de España aseguraba que más del 90% de los adultos han padecido la infección por el virus de la varicela-zóster en nuestro país, y por lo tanto el herpes zóster. La edad es uno de los motivos por los que aumenta el riesgo de padecer esta enfermedad alcanzando el 30-50% en personas mayores de 85 años. También hay mayor riesgo de padecer la enfermedad en personas inmunodeprimidas.
En España existen dos tipos de vacunas, una atenuada y otra producida por técnicas de recombinación de ADN compuesta por una glicoproteína, ambas, muy seguras y que pueden provocar alguna reacción adversa en la zona local del pinchazo.
Según Mayo Clinic, los síntomas del herpes zóster suelen afectar a una pequeña parte del cuerpo y destacan por:
Algunas personas también pueden llegar a presentar cuadros más agudos incluyendo fiebre, dolor de cabeza, sensibilidad a la luz y fatiga.
El dolor suele ser el primer síntoma del herpes zóster, y para algunas personas, puede ser intenso. Según la ubicación del área adolorida, a veces puede confundirse con problemas del corazón, los pulmones o los riñones. Algunas personas con herpes zóster sienten dolor sin llegar a tener sarpullido.
Lo más habitual es que el sarpullido del herpes zóster se manifieste como una franja de ampollas que envuelve el lado izquierdo o derecho del torso. En ocasiones, esta erupción se produce alrededor de un ojo o en uno de los lados del cuello o la cara.
Por lo general es un virus que no suele generar complicaciones en la mayoría de los casos, no obstante, depende mucho de la edad del paciente y de su estado de salud. Las personas con el sistema inmunitario debilitado tienen más probabilidades de tener complicaciones por el herpes zóster y es más probable que tengan un sarpullido grave y duradero con ciertas complicaciones.
En algunas personas, el dolor puede persistir en el tiempo, al menos tres meses después de que el sarpullido desaparece tras el tratamiento, dando lugar a la neuralgia postherpética, la complicación más frecuente del herpes zóster. Suele aparecer en forma de latigazos, descargas eléctricas o quemazones y genera una situación de incomodidad persistente.
Esta percepción errónea del dolor se debe al daño que causa en los nervios el virus cuando se reactiva y envía señales alteradas y exageradas desde la piel hacia el cerebro. El riesgo de tener una neuralgia postherpética grave que requiera una hospitalización aumenta con la edad, más del 90% de los casos que ocurren en España son personas a partir de los cincuenta años.
Existen otras complicaciones menos frecuentes derivadas de la aparición del herpes zóster en regiones específicas del cuerpo, como:
El herpes zóster presenta una baja mortalidad, pero sus complicaciones, especialmente la neuralgia postherpética, pueden ocasionar discapacidad y afectar a la calidad de vida de quienes lo padecen. El herpes zóster no tiene cura, no podemos eliminar el virus latente de nuestro cuerpo, pero sus complicaciones se pueden prevenir.
Según la Clínica Universidad de Navarra, el tratamiento del herpes zoster se realiza con fármacos antivirales por vía oral o intravenosa, pero no siempre es necesario tratarlo, ya que se resuelve espontáneamente en unos 7 días. El tratamiento se indica principalmente en pacientes inmunosuprimidos, por el riesgo de diseminación del virus a otros órganos. En estos pacientes es necesaria la utilización de la vía intravenosa para el tratamiento.
También está indicado el tratamiento con fármacos antivirales por vía oral en pacientes mayores de 50 años, para disminuir la posibilidad de desarrollar una neuralgia postherpética. Es importante señalar que el tratamiento es eficaz si se comienza en las primeras 72 horas desde el inicio de las vesículas y que hay que evitar la sobreinfección de las lesiones mediante el uso de antisépticos tópicos. La neuralgia postherpética, en caso de presentarse, puede ser tratada mediante analgésicos y, si no mejora, pueden utilizarse otros fármacos como antiepilépticos o antidepresivos.