La eterna juventud sigue siendo la prioridad de muchos que buscan esos remedios y tratamientos para verse jóvenes toda la vida. Uno de ellos, el multimillonario Bryan Johnson, que gasta unos dos millones de dólares al año en tratamientos de longevidad, además de llevar una estricta rutina diaria en la que cada día consume 2.150 calorías exactas y unas 100 pastillas de todo tipo. Según su equipo médico, su estilo de vida es todo un éxito al haber logrado reducir la velocidad del envejecimiento.
Sin duda, los avances permiten vernos cada vez más jóvenes, pero hay quien, como Johnson, va un paso más allá. Es el caso del influencer antienvejecimiento Dave Pascoe, que a sus 61 años ha logrado reducir su edad biológica a los 38 años a través de determinadas técnicas avanzadas en las que incluye la ingesta diaria de 150 suplementos y el esfuerzo para evitar exponerse a sustancias tóxicas.
Su método consiste en biohackear su cuerpo para mejorar su longevidad y prevenir enfermedades a través del cuidado de su dieta solo con alimentos orgánicos y sin carbohidratos simples; el ejercicio intensivo; o sus rutinas en saunas infrarrojas y exposiciones al frío que, según su experiencia, reducen la inflamación corporal y le permite fortalecer el sistema inmune.
Pascoe es una especie de ‘rival’ de Johnson, pues en una entrevista con New York Post aseguraba que él se gasta solo unos 30.000 dólares anuales, lejos de los dos millones que se deja el multimillonario. La clave está en que Dave Pascoe no se centra tanto en tratamientos médicos, sino en un cambio de estilo de vida y en la salud preventiva, aunque también incluye pruebas regulares de sangre y ADN. El ingeniero de sistemas asegura que su método es mucho más seguro y viable para conseguir una longevidad sostenible.
No obstante, este tipo de personalidades que trabajan sobre el biohacking despiertan escepticismo en la comunidad científica, tal y como la doctora Jennifer Gunter exponía al Daily Mail recientemente, cuestionando este tipo de métodos por la falta de evidencia científica y los posibles sesgos que existen sobre los resultados de los biohackers.