A lo largo de sus más de 50 años de trayectoria, Al Pacino acumula grandes y ambiciosos proyectos a sus espaldas en los que ha conseguido meterse en la piel de diversos personajes. Uno de ellos fue el que interpretó en su segunda película y una de sus preferidas, ‘Pánico en Needle Park’, un retrato de un grupo de adictos a la heroína que vagabundea por un parque de Nueva York. Ahora, sin embargo, el actor ha desvelado que el papel que desempeñó y que posteriormente se convirtió, gracias a Francis Ford Coppola, en el que le dio el protagonista en ‘El Padrino’, lo ha sufrido en su faceta real, donde ha confesado haber llegado a tener una severa adicción a las drogas.
Al Pacino acaba de lanzar su nuevo libro, Sonny Boy: A Memoir, donde reflexiona acerca del instante de su vida en el que fue consciente del problema que estaba atravesando, así como de la persona que le ayudó a afrontarlo y salir de él: "Un día, con 52 años, me miró en el espejo del tocador y me preguntó a quién debería agradecer en mi discurso de aceptación. Me doy cuenta de que sigo aquí gracias a mi madre", ha escrito.
Es a su progenitora, tal y como él mismo ha confesado, a quien agradece el apoyo que le prestó durante la época en la que tuvo que luchar con sus propios fantasmas: "Por supuesto, es a ella a quien tengo que agradecer. Ella es la que me apartó de un camino que me llevó a la delincuencia y la violencia, a la heroína", se ha sincerado.
De hecho, era tal el círculo en el que se movía que llegó a tener que despedir a tres amigos íntimos que, al igual que él, estaban enganchado a la heroína. Sin embargo, gracias a la atención de su madre, ha confesado que pudo tener una segunda oportunidad: "No estaba bajo estricta vigilancia, pero mi madre estaba atenta a dónde estaba. Ella me salvó la vida", ha sentenciado.
Con sus declaraciones, ha hablado como nunca antes de su etapa negra y vinculada a las drogas que además, ha vinculado de forma directa con las influencias negativas que ha presenciado desde su infancia, la cual se desarrolló en el Bronx, en Nueva York, donde durante la década de los 40 comenzó a dar sus primeros pasos en el teatro en una sala que abrieron en su barrio.