Ignacio Morgado es un apasionado investigador y divulgador del cerebro humano. Catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencias y en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona está reconocido como uno de los neurocientíficos más prestigiosos de España. Tanto en sus libros, como en las clases de la facultad o desde sus artículos divulgativos, intenta explicar de manera tan sencilla como rigurosa el funcionamiento del órgano más complejo que existe: el cerebro humano. En su último libro, 'El cerebro y la mente humana', publicado por Ariel, nos revela cómo los estímulos nerviosos se transforman en información, de dónde nacen nuestras ganas de experimentar placer o cómo creamos recuerdos.
Entre otras interesantes reflexiones, Morgado nos cuenta que el verdadero y más grande poder del cerebro y la mente humana es su capacidad de manipular nuestros pensamientos, para mejorar nuestros sentimientos y aumentar el bienestar.
¿Yo soy mi cerebro?
Sí, cada uno de nosotros es lo que es su cerebro, cualquier otra cosa es engañosa. Nuestra personalidad, nuestro yo, lo que somos y lo que sentimos está en el cerebro. Cuando te duele una pierna, te duele en el cerebro. Esto se ha comprobado con los amputados, que sienten dolor de un miembro que ya no tienen, pero conservan la impronta del dolor en el cerebro.
¿Tenemos más neuronas que estrellas en el universo?
No sabemos cuántas estrellas hay en el universo, pero sí sabemos más o menos cuantas neuronas tenemos. Para calcularlo se coge un milímetro cúbico de cerebro y se hace un cálculo de cuántas neuronas hay ahí, y eso se multiplica por el número de milímetros cúbicos que hay en los 1.300 gramos de un cerebro normal. La cifra aproximada es de 86.000 millones de neuronas. A su vez, cada neurona puede conectar con otras 4.000 o 5.000 neuronas, que interactúan entre sí. Es difícil entender la magnitud de esa red de relaciones, pero ahí está todo.
¿La mente es un producto del cerebro?
No. La mente no es separable del cerebro, no la puedes coger y llevártela a otro lado, por tanto, no es un producto del cerebro, es una función del cerebro, es algo que hace el cerebro cuando funciona. Podemos decir que el cerebro hace la mente.
¿Cuál es el mayor poder del cerebro y la mente humana?
El poder del cerebro está en la capacidad de manipular nuestros pensamientos, de gestionarlos para cambiar nuestros sentimientos. Esto ya lo decía el emperador romano Marco Aurelio hace más de 2.000 años, en sus famosas “Meditaciones”. Marco Aurelio es el padre de la inteligencia emocional.
Esto significa que, si yo me levanto con el pie izquierdo y estoy enfadado con el mundo, ¿puedo decir a mi mente que me ponga contento?
Se puede cambiar de perspectiva pensando, razonando. Si hay algún motivo concreto que provoca que te sientas de mal humor, eso no lo puedes cambiar, porque no depende de ti, pero sí puedes cambiar tu manera de verlo. No puedes evitar que te deje la novia, pero sí puedes pensar que esa pareja no te convenía, que discutías mucho, que no te hacía feliz… dándole vueltas a tu mente de esta forma, consigues aliviar tu malestar, tu sentimiento negativo. Es el único poder que tenemos cuando lo que nos pasa no depende de nosotros.
¿El amor, el odio, la compasión, la generosidad, la imaginación, la alegría, la maldad y la bondad del ser humano también están en el cerebro?
No es que estén ahí como una cosa que podamos sacar. Los sentimientos son percepciones conscientes que crea el cerebro. Son otros procesos que el cerebro y la mente humana son capaces de crear. Son procesos mentales, por tanto, son procesos cerebrales, si no hay cerebro, no podrían existir.
Si los sentimientos son algo que hace el cerebro ¿se podrían reproducir?
Hoy por hoy es imposible reproducir sentimientos por el alto grado de complejidad que tiene. Hay ingenios artificiales que consiguen realizar procesos cerebrales como la memoria, por ejemplo. Pero lo que no se ha conseguido reproducir en ningún ingenio artificial es la consciencia, un estado de la mente que hoy por hoy solo tenemos los seres vivos evolucionados.
¿Los recuerdos se pierden o se pierde el camino por el que llegamos a ellos?
Las dos cosas son posibles. La mayoría de las veces los olvidos no son causa de una pérdida de memoria, son incapacidad de llegar a donde está almacenado el recuerdo. Se pueden perder recuerdos cuando hay problemas entre las conexiones de las neuronas que albergan las memorias, por ejemplo, cuando hay una enfermedad, o cuando pasa mucho tiempo sin activar esas conexiones, pero la mayoría de las veces perdemos los recuerdos por incapacidad de llegar a donde están guardados. La prueba está en que muchas veces no recordamos algo, que nos viene a la cabeza en otro momento, cuando cambias de lugar, o de estado mental. El recuerdo estaba ahí, no se había ido de tu mente, lo que pasa es que no encontrábamos el camino para llegar a él.
¿Se pueden implantar recuerdos falsos en las personas, como en la película Blade Runner?
Sí, teóricamente se podría hacer. De hecho, con animales ya se ha conseguido, con una técnica llamada optogenética. Gracias a esta técnica, en roedores ya ha sido posible mediante luz controlar el movimiento, evocar o inhibir antiguas memorias, crear falsos recuerdos, asociar estados emocionales a situaciones originalmente neutras, provocar hambre o saciedad, inhibir o activar el dolor, reducir comportamientos depresivos e inhibir zonas del cerebro involucradas en la apetencia y el consumo de drogas, entre otros logros. Es muy posible que acabe desarrollándose también en humanos, donde podría usarse para restablecer o mejorar capacidades somáticas o mentales y para curar enfermedades. Pero, además de prometer, la optogenética asusta, porque supone una capacidad de penetración y control del cerebro y la mente humana hasta hace poco inimaginable.
¿Cree que en el futuro la IA podrá desarrollar consciencia y voluntad como pasaba en 2001 Odisea en el Espacio?
Hoy no es posible. Ni siquiera sabemos cómo nuestro propio cerebro crea la consciencia. La única idea que podemos considerar razonablemente lógica es que, si consiguiéramos crear un órgano tan complejo como el cerebro humano, ese cerebro tendría automáticamente consciencia, aunque siguiéramos sin saber cómo ese órgano tan complejo la hace. Otro tema es saber si nuestro cerebro es capaz de saber cómo la materia se convierte en imaginación, es decir, cómo las neuronas crean la subjetividad, la consciencia, la imaginación. Sabemos que si destruyes el cerebro se destruye la consciencia, de modo que de alguna forma las neuronas crean la conciencia, pero puede que nuestro cerebro no tenga capacidad para entenderlo, aunque tenga capacidad para hacerlo.
¿Se podrá en el futuro reproducir un cerebro humano?
Con manipulación genética yo no te diría que no. Es algo muy complejo, pero en teoría es posible.
Si el cerebro crea la mente, podríamos en el futuro crear mentes más amables, compasivas, generosas, empáticas, creativas, solidarias…
Hoy por hoy es ciencia ficción, pero en teoría sí es posible, pero también se podrían crear mentes maliciosas o perversas, es inquietante.
Está probado que el propio cerebro genera sustancias como las encefalinas y las endorfinas, que alivian el dolor además de producir placer. ¿No podemos crearlas artificialmente? Sería todo un negocio, ¿no?
De hecho, ya hay sustancias generadoras de placer creadas artificialmente, que reproducen los efectos de esas encefalinas y endorfinas o porque las activan. La naturaleza ya las ha producido. La morfina procede de una planta, y hace las dos cosas, alivia el dolor y produce placer.
Hemos aprendido mucho de cómo funcionan las enfermedades mentales, pero poco en solucionarlas, ¿por qué?
La principal asignatura pendiente que tenemos los neurocientíficos es la cura de las enfermedades mentales, porque de verdad no curamos ninguna. Hay tratamientos que alivian, que reducen los síntomas, pero no tenemos tratamientos, y la más amenazante de todas es el Alzheimer, que se hace más presente conforme nos hacemos más mayores, por lo que su prevalencia va a aumentar en el futuro.
Lo único que podemos hacer es enlentecer la neurodegeneración normal que se produce en todas las personas por el envejecimiento, haciendo deporte moderado y constante, teniendo mucha actividad intelectual y social, cuidando el sueño y la alimentación, podemos retrasar el deterioro, pero no hay cura para ello. Hay que seguir investigando. Muchas enfermedades se han solucionado de forma espontánea, como la penicilina, que se descubrió de forma azarosa y cura muchas enfermedades infecciosas.