Los hábitos de baño pueden parecer una cuestión de sentido común, pero son el resultado de una gran cantidad de condicionamiento social. James Hamblin, médico especializado en medicina preventiva y profesor en la Escuela de Salud Pública de la prestigiosa Universidad de Yale, decidió en 2015 alejarse de la norma social de ducha diaria y dejó de ducharse. Esta elección, aparentemente extraña en una sociedad que valora la higiene diaria, tenía un propósito claro y fundamentado en la curiosidad científica. Hamblin decidió explorar los efectos de la higiene mínima en la salud de la piel y el bienestar general.
Varios estudios, entre ellos uno de la Universidad de Harvard, liderado por Robert H. Shmerling, explican qué le pasa a la piel cuando nos duchamos: “La piel mantiene una capa de aceite y un equilibrio de bacterias 'buenas' y otros microorganismos. Frotar la piel con jabones los elimina, especialmente si el agua está caliente. Como resultado, la piel puede volverse seca, irritada o con picazón algo que puede permitir que las bacterias y los alérgenos rompan la barrera que se supone que debe proporcionar la piel, lo que permite que se produzcan infecciones de la piel y reacciones alérgicas.”
Con esto en mente, Hamblin dejó de ducharse no solo como un experimento personal, su objetivo es una investigación profunda sobre cómo las prácticas de higiene moderna afectan nuestra salud. “Me encuentro perfectamente bien. Te acostumbras. Me siento normal”, asegura Hamblin, quien ha reducido su limpieza corporal al uso exclusivo de jabón de manos. Su enfoque se centra en permitir que el cuerpo alcance un equilibrio natural con los aceites y microbios presentes en la piel. Según Hamblin, al reducir el uso de productos de higiene agresivos, el cuerpo ajusta su producción de aceite y mantiene un entorno microbiano más estable y saludable.
En su libro “Clean: The new science of skin and the beauty of doing less", que vió la luz en 2020, Hamblin presenta un estudio sobre limpieza, piel y salud en sus primeros 5 años sin bañarse. El experto describe cómo su piel se ha adaptado y ha dejado de volverse grasienta. Este equilibrio se alcanza al evitar los jabones fuertes que eliminan los aceites naturales de la piel, los cuales son reemplazados por el cuerpo de manera natural cuando se permite que su microbioma florezca sin interrupciones químicas: “Se alcanza un estado equilibrado con los aceites que tu piel está segregando, los microbios que viven en tu piel, todo el entorno es menos volátil”. Además, en una entrevista en la BBC, Hamblin, hablaba sobre el olor corporal, “con el tiempo tu cuerpo se acostumbra cada vez más para que no huela tan mal si no usas desodorante y jabón. Tengo un olor propio y mi esposa dice que es, simplemente identificable. A ella le gusta”.
Aun así, deja claro que el hábito de no ducharse no supone excluir cualquier contacto con el agua. “Todavía me humedezco el pelo alguna vez, pero renuncié al champú, al acondicionador o a usar el jabón, excepto para las manos. También abandoné los cosméticos como los exfoliantes, cremas hidratantes o desodorantes que siempre había asociado con estar limpio”, detalla en su libro. Con lo que sí continúa es con su limpieza bucal “para prevenir caries”.
Así es su rutina de aseo natural y sostenible: