Sandra Bullock o Jennifer Anniston son dos de las superestrellas que admiten haber usado antihemorroidales para tratar las bolsas de los ojos. ¿Acierto o error? Lo cierto es que estos productos contienen en sus principios activos vasoconstrictores que pueden contribuir a una reducción de estos signos de fatiga. Sin embargo, los posibles beneficios no compensan porque estamos poniendo en riesgo nuestra salud ocular.
Las bolsas de ojos son acúmulos de grasa depositados en una zona del rostro especialmente sensible, como la zona periocular. Pueden aparecer por distintos motivos (dieta inadecuada, cansancio, retención de líquidos y tabaquismo, entre otros, o simple herencia genética), pero una cosa es clara: son un reflejo de fatiga que no favorecen a nadie. Eliminarlas ha sido y es el santo grial de la belleza a todas las escalas, desde las grandes casas cosméticas hasta los remedios más o menos caseros o, directamente, los ‘apaños’, esas estrategias del universo beauty que los más audaces siempre están dispuestos a probar.
Todos conocemos las famosas rodajas de pepino, las bolsas de té o manzanilla frías, los cubitos de hielo o los antifaces de gel que acabamos de sacar del congelador. La piel que rodea el contorno ocular es cinco veces más fina que en el resto del rostro y, además, es muy sensible, por lo que absorberá con mayor rapidez cualquier principio, actuando con la gran cantidad de vasos sanguíneos que por allí circulan. En principio esto es bueno porque se reduce la hinchazón y la coloración oscura que normalmente van asociadas a las bolsas.
Pero no siempre es así y no con todos los productos. Por ejemplo, los antihemorroidales, populares en los últimos tiempos como potentes anti-bolsas, no son nada buenos. Veamos cuáles de sus componentes ayudan y cuáles son los que pueden dañar el ojo.
Los antihemorroidales son medicamentos que en España pueden comprarse sin receta. Son tan populares como cualquier analgésico o anti-pirético de uso general, así que es fácil probarlos para otros usos que no sean las molestas hemorroides. Las consecuencias, en cambio, pueden ser más incómodas. En la composición de este tipo de pomadas hay efedrina, un componente descongestivo y antinflamatorio que es altamente eficaz para reducir el tamaño de las dolorosas hemorroides. La efedrina podría ser útil para eliminar el edema de las bolsas, pero sigamos viendo los otros elementos de cualquier ‘hemoal’: benzocaína, óxido de zinc, vaselina blanca y alcoholes de lanolina acetilados.
La benzocaína (30 miligramos por cada gramo de crema) es un potente analgésico muy útil para calmar las molestias producidas por las hemorroides, pero con un gran número de efectos perjudiciales si no se aplica como está prescrito. Aplicado frecuentemente bajo el contorno de los ojos puede provocar irritaciones cutáneas, resecar e incluso cuartear la piel de esa zona, sensibilizando la zona hasta el punto de propiciar la aparición de algún tipo de alergia.
La benzocaína es un fotosensibilizante; es decir hace que la zona sea mucho más sensible a la luz solar. Si se aplica en las ojeras y estas entran en contacto con la radiación de la luz ultravioleta del sol, corremos el riesgo de sufrir quemaduras en la zona periocular, además de la aparición de manchas o formación de pequeñas vesículas que pueden dar lugar a marcas (por no mencionar que, como en cualquier quemadura, sentiríamos dolor).
El óxido de zinc es un emoliente protector y astringente cutáneo. Según la clínica Mayo, está indicado en quemaduras leves y raspones, es sedante del ardor y del prurito en eccemas, y es muy apto para las rozaduras por pañal y en la prevención de laceraciones. La única contraindicación clara es, precisamente, aplicarlo cerca de los ojos. Si el óxido de zinc entra en contacto con la membrana mucosa del globo ocular, podremos contraer conjuntivitis. Irritaciones y riesgo de alergias son algunos de los otros efectos colaterales de esta pasta, muy apreciada en la industria farmacéutica.
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