A la hora de empezar una dieta, una de las recomendaciones más repetidas por los nutricionistas es que dejemos de lado el alcohol, pero desprenderse de estas bebidas nunca es fácil. Las cervecitas con los amigos, los vermús de los domingos o el chupito de orujo después de las comidas familiares son de esos pequeños placeres que a todos nos gustan, e imaginarnos sin ellos cuesta, y mucho. ¿De verdad tengo que eliminarlos por completo de la dieta? Afortunadamente, no todas las bebidas alcohólicas tienen la misma carga calórica. Tomarse un daiquiri no es lo mismo que tomarse una copa de vino, así que, si bebes siempre con moderación, no hay razones por las que no puedas darte un capricho de vez en cuando con las opciones menos calóricas. Pero ¿cuáles son las bebidas con menos calorías y como podría disfrutarlas en mi dieta?
El vino es una de las bebidas más consumidas en nuestro país. Y es que ¿a quien no le gusta acompañar sus comidas con una copita de vino tinto, o disfrutar de una elegante cena con un buen vino blanco? Elaborado a partir de uvas fermentadas, el vino es una de las grandes estrellas de nuestro país y, por suerte, una de las bebidas alcohólicas que menos calorías tienen: en torno a 65 en el caso del vino tinto y sobre 70 en el caso del blanco, por lo que, si bebemos en moderación, podremos mantenerlo en nuestra dieta. Es más, según los expertos, un vaso de vino al día puede tener beneficios para nuestra salud, ya que nos ayudaría a reducir los riesgos de padecer una enfermedad cardiovascular. Eso sí, a la hora de beberlo, debemos dejar de lado las variantes más dulces: tienen más azúcar.
Bebida típica de Asturias muy popular en el norte del país y que en los últimos años ha ganado notoriedad en el resto de la península. La sidra se elabora a partir de la fermentación de manzana, se sirve escanciada en pequeñísimas raciones y puede acompañar a prácticamente cualquier plato. Con un aporte calórico muy bajo, tan solo 45 calorías por 100 mililitros, consumida en moderación puede ser una bebida a tener en cuenta en nuestras reuniones familiares.
La cerveza es una de las bebidas más populares en todo el mundo y también una de las que peor fama tienen. ¿Cuántas veces hemos oído eso de “barriga cervecera”? A pesar de su reputación, lo cierto es que la cerveza es una de las bebidas alcohólicas con menos calorías: tan solo 43 por 100 mililitros. El problema de la cerveza, sin embargo, es otro. Y es que esta bebida fermentada tan rica y refrescante suele consumirse en grandes cantidades, lo que, inevitablemente, afecta a nuestro peso. Si queremos mantenerla en nuestra dieta, es importante que limitemos mucho su consumo, ya que un única caña de cerveza no echará por tierra nuestra dieta: sus calorías, considerando que suelen ser de 220 mililitros, se sitúan en torno a las 86, una cantidad asumible si queremos darnos un capricho tras un duro dia de trabajo. Además, si queremos optar por opciones más saludables, siempre podemos decantarnos por las versiones sin alcohol, mucho menos calóricas que sus contrapartes.
El cava es un vino espumoso al que se le añade azúcar en su segundo proceso de fermentación para aumentar la carga alcohólica. Aporta en torno a 75 calorías por 100 mililitros, por lo que, si estás a dieta, tal vez sea el momento de consumirlo fuera de la época navideña. Aunque, eso sí, sin pasarse.
Las bebidas alcohólicas que suelen emplearse para elaborar cócteles suelen tener muchas más calorías que la cerveza, el vino o la sidra. Y es que a mayor cantidad de alcohol, mayor aporte calórico. Además, muchos de estos cócteles se realizan añadiéndoles refrescos o bebidas con gas, por lo que las calorías crecen y crecen. Sin embargo, si quieres darte un capricho en una noche de fiesta, te recomendamos que te decantes por un gin-tonic especial: en vez de echarle tónica, pide que te lo sirvan con agua con gas. Esto reducirá un poco sus calorías, aunque, eso sí, tampoco te pases bebiendo: la clave, como en todo, está en la moderación.