La emocionante vuelta de Francino tras superar el coronavirus y un ictus: "a algunos, los enfermos y los muertos del covid les molestan"
El periodista regresa a 'La Ventana' tras pasar 47 días hospitalizado a causa del covid y superar un ictus.
El suegro del comunicador murió el 12 de abril por coronavirus, y la suegra se recupera lentamente.
En su vuelta, Francino reflexiona sobre el valor de los sanitarios, la actitud frívola de una parte de la sociedad y la necesidad de "cuidar a los que queremos y tratar de hacer un mundo mejor".
Ha vuelto a asomarse a 'su' Ventana. El director del magazín de tarde de la Cadena SER regresaba al programa 47 días después de ser positivo en covid. Se fue "cabreado como una mona" pensando que habían exagerado con su caso después de un año observando todas las medidas de seguridad y de haberse cuidado: "además, soy deportista. Estoy fuerte", cuenta en los micrófonos de la emisora.
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El ictus y la muerte de un ser querido
Pensaba que no le podía tocar. "Craso error porque este virus no atiende a deporte, a razones ni a nada". De hecho, a los cinco días tuvo que ingresar de urgencia en un hospital madrileño con fiebre muy alta y oxígeno muy bajo. El ánimo, en el subsuelo. Las pasó "canutas" durante 48 horas, con indicadores muy preocupantes y el ataque de un ictus del que, aparentemente, no le han quedado secuelas. Perdió siete kilos, masa muscular y la voz, uno de sus instrumentos de trabajo. Se asustó, pero salió. En cambio, el familiar próximo con el que compartió contagio, su suegro, murió el 12 de abril. Y otro miembro de la familia lucha por vencer al bicho. La esposa y los hijos pequeños del periodista también padecieron covid, mucho menos virulento y, afortunadamente, sin mayores problemas.
¿Dónde fue el aplauso a los sanitarios?
Lo que le ha pasado a Carles Francino no es muy distinto a lo sufrido por otras personas en España y en otras partes del mundo. Antes de que la vida siga, el comunicador ha querido compartir tres reflexiones. La primera: ¿dónde queda el aplauso a los sanitarios? "Solo quiero decir que todos los homenajes se quedan cortos. Son como un enjambre. A todas horas, en cualquier circunstancia, neurólogos, neumólogos, intensivistas, cardiólogos, enfermeras, pruebas, análisis, controles, la atención primaria como primer filtro... No paran nunca... Y eso que hay momentos en que se les ve cansados, asustados y un poco cabreados...", revela Francino antes de pasar a la segunda reflexión.
Muertos y enfermos que molestan
"¿Cómo no van a cabrearse Laura o Enrique, dos de los enfermeros que me cuidaron, viendo lo que han visto este fin de semana?", se pregunta el periodista. En la UCI del hospital de Madrid donde estuvo ingresado se oía el ruido del botellón de la calle. "La verdad es que no tiene nombre", afirma. No quiere entrar en análisis sociales, políticos o electorales. "Cada uno vota a quien quiere", señala. "Lo que me ha pasado a mí le ha pasado a mucha gente. Pero a mucha otra no y tengo la sensación de que en ese segundo colectivo las alusiones a hospitalizados y muertos molestan", explica antes de preguntarse: "ese 'ay que no nos molesten', ¿dónde nos deja como país y como sociedad?".
La fuerza del cariño
Un título de película da las fuerzas al periodista para compartir el final de su experiencia. "El cariño nos ha desbordado. No solo el de la familia o los amigos más próximos. También el de la radio. El de toda la radio: compañeros, compañeras, oyentes, personas que un día entrevistaste... Si el cariño fuera una hipoteca, estaría pagando plazos el resto de mi vida", explica al borde de las lágrimas. Entre las manifestaciones de cariño, la de Andreu Buenafuente, su "hermano mayor".
Para acabar, una reflexión: "quizá deberíamos invertir más energía en las cosas importantes de la vida, las que tienen que ver con los sentimientos nobles, con cuidar a las personas que queremos, con intentar que este mundo sea un poco mejor, y no perder tiempo en peleas absurdas y en tantas gilipolleces". Mientras se pregunta divertido si no le "habrá contagiado el virus de Paulo Coelho", las redes explotan de emoción. El periodista duda de si habrá montado "un número" e Isaías Lafuente, el compañero atento, pendiente de echar un cable en los momentos de nudo en la garganta, le contesta: "la verdad nunca es un número".