El colesterol, ese gran enemigo a medida que avanza la edad y que no siempre es tan sencillo de controlar. No comas esto, no comas aquello, y todo por proteger la salud cardiovascular de unos altos niveles de colesterol que puedan afectar a nuestro organismo. Pero como en todo, siempre hay una parte buena, o no. Por todos es conocidos que existe el colesterol denominado como bueno, o HDL, el malo, ese que intentamos evitar, el LDL. Ahora, tras un estudio liderado por el Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas y publicado en la revista Metabolism Clinical and Experimental, parece que no todo el colesterol que considerábamos bueno reluce tanto como pensábamos en nuestro organismo.
Desde siempre, el colesterol HDL se ha asociado a un menor riesgo sobre las enfermedades cardiovasculares, pues su función es transportar el colesterol LDL que se deposita en las arterias hasta el hígado para después eliminarlo. Así, podría parecer que todo el colesterol bueno lo es, pero la investigación, en la que participan otras entidades, apunta a que no todo este tipo de colesterol sería tan bueno como creíamos cuando vemos los niveles en un análisis rutinario de sangre.
¿Cómo han logrado estas conclusiones? Los investigadores han ido analizando las características que hacen que las partículas del colesterol HDL sean de un tamaño u otro para luego estudiar si existe algún tipo de relación entre ellas y el infarto de miocardio. Bien, pues justo en el tamaño de las partículas del colesterol bueno estaba la clave, ya que las más grandes han conseguido relacionarlas con un mayor riesgo de infarto, mientras que las pequeñas reducen ese riesgo de forma notable.
"Si tenemos que hacer alguna cosa con el HDL, es incrementar el número de partículas pequeñas, que son las que realizan de forma adecuada la función de eliminar el colesterol, las que realmente lo trasladan al hígado para su eliminación y no permiten que se acumule en las arterias y provoque enfermedades cardiovasculares", ha afirmado en un comunicado sobre el estudio el doctor Álvaro Hernáez, uno de los participantes en la investigación.
Por tanto, la clave estaría en aumentar el colesterol bueno, siempre que sean partículas pequeñas, que son las que hacen la labor protectora que se busca con el colesterol HDL. Ahora bien, los investigadores también apuntan que este estudio es clave para el desarrollo de nuevos fármacos relacionados con el aumento de los niveles del colesterol bueno, específicamente en partículas pequeñas, para así reducir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
En todo caso, la investigación abre camino a la posible creación de fármacos relacionados con el incremento de las partículas pequeñas del colesterol bueno. Pero hasta que esto llegue, es clave seguir manteniendo una dieta saludable y hacer ejercicio para seguir luchando contra el colesterol malo, ese que se agarra a las paredes de nuestras arterias, e incluso podría valorarse un cambio en la lectura de los análisis de sangre, dividiendo los niveles del colesterol HDL según su tamaño para ver el riesgo real de sufrir una enfermedad coronaria.