El juanete, esa temida deformidad que se produce en la zona del dedo pulgar del pie y que más allá de ser totalmente antiestético repercute, especialmente cuando la deformidad es muy notable, en la vida de las personas por la incomodidad y el dolor que produce. Un buen calzado, amplio y cómodo, es una de las mejores fórmulas para evitar la aparición del juanete, aunque no siempre es suficiente. Tratarlo es posible mediante varias terapias o técnicas, siendo siempre la última opción la intervención quirúrgica. Entre las alternativas están los correctores pero, ¿realmente ayudan a frenar su evolución?
El juanete suele comenzar a manifestarse a partir de la treintena y se acentúa en la madurez, especialmente en las mujeres, ellas son las que más los padecen, en concreto aquellas que utilizan con constancia zapatos de tacón estrechos y bastante altos. Pero esta no es la única causa que puede llevar a que el juanete haga acto de presencia, un mal calzado o la herencia son otras de las causas más notables, así como los corredores por la presión que ejercen en esa zona del pie al correr.
Los síntomas del juanete son más que evidentes cuando la curva comienza a ser pronunciada hasta que el dedo gordo puede llegar a montarse en el siguiente. Estos casos, ya más graves de lo normal, pueden ir acompañados de rojeces, inflamación y un dolor que incapacita a muchos pacientes a hacer vida normal, por lo que su calidad de vida y su movilidad se ven muy reducidas debido al avance del juanete.
Algunos hábitos que contrarresten las causas y terapias para el pie son los principales tratamientos antes de que se tenga que optar por una cirugía. Entre ellos están los correctores, los cuales, como cualquier otro tratamiento que no sea la operación, no podrán acabar con el juanete, pero sí frenar su evolución y reducir la inflamación que produce los dolores que impiden que se pueda andar o ponerse unos zapatos.
Aún siendo beneficiosos, el especialista es el que debe aconsejar si es necesario un corrector o no y, en caso afirmativo, ver cuál es el ideal para cada paciente para que le moleste lo menos posible y su efecto sea óptimo para frenar la evolución de la deformidad.
Los hay de varios tipos, siendo los de almohadillas de gel los más conocidos porque permiten una buena comodidad en esa zona del pie, son fáciles de poner y además están hechos de neopreno transpirable. Por su lado hay otros más específicos, que son articulables y ayudan a que se reduzca un poco la curvatura del juanete y permite que se alivie el dolor y la inflamación de la zona.
También es cierto que los hay de día y de noche, aunque los nocturnos en algunas personas terminan siendo incómodos aún al ser específicos para ello porque ejercen una mayor presión. En cuanto a los de día, se pueden utilizar mientras caminas y sus materiales, que puede ser licra, gel o silicona generalmente permiten una muy buena movilidad del pie y también del dedo.
Los correctores son uno de los mecanismos principales para controlar el juanete y no tener que pasar por quirófano, pues este siempre es el último remedio, cuando la deformación ya comienza a ser un impedimento para poder seguir la rutina de la persona. Hay diferentes tipos de correctores, hasta para según qué momento del día, aunque será siempre el especialista el que aconseje uno u otro dependiendo de la fase del juanete o las circunstancias de la persona.