¿Eres más activo de día o de noche? ¿Prefieres entrar a trabajar a primera hora o elijes dormir hasta tarde? ¿Haces planes mañaneros con los amigos o te gustan las cenas larguísimas? Cada uno respondemos distinto porque dependemos de los ritmos circadianos. Son los cambios físicos, mentales y de conducta que se rigen por un ciclo diario de 24 horas y responden en su mayoría a la luz y a la oscuridad. Este proceso funciona como un reloj, distinto al de muñeca, que se pone en hora cada día según cuándo nos vamos a dormir y cuándo nos levantamos.
Pero, ¿cómo saber si soy diurno o nocturno? La respuesta es sencilla: si prefieres fichar en el trabajo a las ocho y quedar los sábados a desayunar eres diurno, en cambio, si sabes que rindes más después de las doce de la mañana y no tienes prisa por irte a dormir eres nocturno. La clave de este ritmo circadiano la tiene nuestro cronotipo.
El cronotipo es la predisposición natural de cada persona para experimentar picos de energía o momentos de descanso según la hora del día. Los expertos definen el cronotipo como la sincronización de dichos ritmos circadianos.
Además, este ciclo fisiológico subyacente de 24 horas es distinto en cada etapa de la vida. Hasta que los bebes cumplen los seis meses duermen unas dieciséis horas en total, pero repartidas durante el día y la noche. Los adolescentes tienden a retrasar el momento de acostarse, aunque tengan que madrugar. En cambio, a partir de los treinta y cinco años, normalmente, se necesita menos tiempo de sueño.
El responsable de tales cambios es la melatonina, una hormona que regula este proceso y que también nos induce al sueño. Se libera en la oscuridad y determina cuándo estaremos más despiertos y, en consecuencia, cuándo seremos más productivos.
Cada persona produce melatonina o la hormona del sueño en unas fases concretas. En función de ellas, se definen tres cronotipos distintos: matutino, vespertino e intermedio.
A medianoche se genera el mayor pico de producción de la hormona. Son personas que necesitan irse pronto a dormir, hacia las diez de la noche, y que a primera hora del día, alrededor de las seis, empiezan a activarse. También se las conoce como alondras, un ave diurna con un comportamiento matutino.
Su ciclo es contrario al anterior porque a las seis de la mañana la melatonina alcanza su producción máxima. Rinden mejor por la noche y se van a la cama de madrugada. Por tanto, necesitan levantarse tarde, no antes de las once. A los vespertinos se les denomina búhos por su condición de ave nocturna.
El pico más alto de producción de la hormona del sueño se genera a las tres de la mañana y su horario habitual de sueño es el convencional de doce a ocho.
Ten presente que, al despertar, primero, aumenta la presión sanguínea, después se reactiva el intestino y se eleva la temperatura corporal. Antes de ir a dormir, el cuerpo empieza a segregar melatonina, se interrumpe el movimiento intestinal y baja la temperatura corporal.
Reconocer cuál es nuestro cronotipo nos ayudará a tomar decisiones sobre en qué momento o en qué franja horaria tendremos una mayor predisposición para desempeñar actividades y tareas diarias. ¿Por qué empeñarte en hacer ejercicio a las siete si sabes que te cuesta infinito madrugar? Haz coincidir el reloj interno con tus rutinas para aprovechar al máximo tus horas de mayor concentración y energía.