La fiebre por correr es un hecho, y aunque ahora nos nos queda más que hacerlo en el pasillo de casa, en el jardín o en la cinta -si los tenemos-, es cierto que desde hace unos años el running ha tenido un auge en la población. Y da igual la edad. Cualquiera se apunta. Desde tu hijo, a tu sobrino, a tu hermano y, por qué no, hasta tú mismo te has calzado las zapatillas. Una carrera de media hora te puede ayudar a mantenerte en forma y a liberar tensión acumulada. Pero cuidado, porque hay que saber correr. Ten en cuenta que si corres mal puedes hacerte daño en zonas como las rodillas o la espalda. Por eso es importante cuidarse y seguir una serie de consejos para mantenerte en forma y sin ningún tipo de lesión.
La rodilla es una de las zonas donde hay que tener especial cuidado. Ten en cuenta que es una articulación que soporta casi la totalidad del peso corporal, por lo que la hace más vulnerable ante algunas lesiones. En especial, a partir de determinada edad en la que los huesos empiezan a estar más debilitados. De ahí que correr no sea simplemente correr, hay que aprender a hacerlo de forma correcta y siempre dentro de las posibilidades físicas de cada uno, sin hacer sobresfuerzos.
Antes de empezar hay que elegir un calzado adecuado que esté adaptado a la pisada, que sea cómodo y que sea una zapatilla destinada específicamente para correr y con una buena amortiguación. También debes prestar atención a dónde vas a entrenar, pues no será el mismo calzado para una carrera sobre asfalto que para una de montaña. Y antes que nada, calentar. Nada de empezar de repente. Tómate tu tiempo y un rato antes de empezar calienta el cuerpo, sobre todo las piernas.
Si antes de empezar tienes que dedicar unos minutos al calentamiento, cuando terminas debes hacer lo propio con el estiramiento, especialmente en el tren inferior del cuerpo. Junto a un buen calentamiento, esto puede ayudar a prevenir la tendinitis rotuliana que afecta a la rodilla. Si se da esta tendinitis, difícilmente vas a poder correr, pues el dolor afecta desde la rodilla hasta el cuádriceps, además de que pueden aparecer posibles inflamaciones en la zona.
Esto puede ocurrir a cualquier edad, pero mucho cuidado cuando haces running a partir de los 50. Ni los músculos ni los huesos son iguales que cuando tenías 20 años y te comías el mundo, por lo que grandes esfuerzos y ejercicios mal ejecutados pueden provocar lesiones que son mejor evitar. Y si eres más joven no creas que te libras, pues una lesión, aunque recuperada, puede afectarte a largo plazo y arrastrarla a lo largo de tu vida. Así que corre, pero con precaución.
Lo bueno de aficionarte al running es que un día puedes ir solo, pero al día siguiente quedar con tu vecino o tu mejor amigo para entrenar un rato. Y aquí ocurre algo que debemos evitar. No todos estamos al mismo nivel físico, por lo que nunca fuerces tu cuerpo más de lo que puedes. Ponte metas, pero aumenta la intensidad de los entrenamientos poco a poco, y si tu mejor amigo tiene más resistencia que tú y va más rápido, no pasa nada. No intentes igualarlo sino puedes.
Después está la técnica. Junto al calzado es igual de importante. Hay que saber correr y pisar correctamente, de lo contrario puedes hacerte daño en las rodillas o sobrecargar músculos como el gemelo. Si esto te ocurre, lo mejor es analizarte y ver qué haces mal o consultar a algún profesional que te ayude a mejorar tu técnica y evitar el daño.
Si pensabas que correr es tarea fácil, estás equivocado. Antes de lanzarse hay que calentar y prepararse con el vestuario y calzado adecuado. No pongas en riesgo tu salud, disfruta del running pero siempre protegiendo tus rodillas ante posibles lesiones.