Tania, enfermera de ambulancia: "Estamos exhaustos y no sabemos si podremos aguantar otra ola de infecciones"
Hablamos con esta enfermera de 51 años que ha vivido una dura experiencia durante estos meses contra el coronavirus
"Yo estuve en el accidente del avión de Spanair y la sensación que me ha dado esto ha sido la misma", dice
Ansiedad, pesadillas, 'flashbacks', agobio y una montaña rusa de emociones es lo que forma parte del día a día de Tania (51), enfermera en una ambulancia en Madrid (SAMUR) y que ha combatido contra la COVID-19 frente a frente. Ahora, cuando "lo peor de la pandemia ha pasado", tanto ella como sus compañeros sufren las consecuencias del estrés post-traumático.
"Todos tenemos problemas de insomnio, irritabilidad, recuerdos recurrentes por todo lo que nos ha tocado vivir. Yo empiezo el tratamiento psicológico la semana que viene", nos cuenta Tania entre un traslado y otro con su ambulancia.
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Ella, dentro de lo que cabe ha tenido suerte. En el servicio de atención sanitaria donde trabaja, con una plantilla de 800 profesionales y voluntarios, tan solo se han infectado 44, en parte porque, según Tania, nunca les ha faltado un traje de protección o una mascarilla FPP2. "Entraba en el hospital a dejar a algún paciente positivo y lo hacía con todo el EPI puesto, pero veías a la compañera de triaje con su traje normal y su mascarilla quirúrgica recibiendo pacientes y salías de allí con mucha rabia porque sabías que, tarde o temprano, se iba a contagiar".
Imágenes que tardarán en olvidar
El paso de la pandemia por España ha dejado más de 27.000 fallecidos, de los cuales aproximadamente la mitad corresponden a la Comunidad de Madrid, con una incidencia mucho mayor entre los mayores de 70 años. En los peores momentos, los hospitales madrileños tuvieron que habilitar salas de espera y pasillos como zonas de urgencias y quirófanos como UCI.
"Hasta que no entré en el Severo Ochoa de Leganés por primera vez no me di cuenta de la magnitud de esto. Yo estuve en el accidente del avión de Spanair y la sensación que me ha dado esto ha sido la misma. Allí era el silencio absoluto, y cuando entré en el Severo Ochoa era igual. Nadie protestaba, nadie se quejaba a pesar de estar en el suelo con el oxígeno, exhaustos, y me di cuenta de que esto era una catástrofe", explica Tania.
Al estar de servicio en una ambulancia pero entrando a los centros sanitarios a dejar y llevarse pacientes, tanto ella como su equipo han visto a la COVID-19 desde todos los ángulos. "Ha habido mucho estrés y mucho miedo de contagiarte. Hemos visto cómo dejabas a un paciente en un hospital y cuando, horas después, preguntabas por él, había fallecido. Hemos visto cómo estaban los hospitales y las UCI, que era horrible. He estado en IFEMA pero vi que no podía. He ido a ayudar a Soria con el SAMUR, porque estaban desbordados... allí dimos apoyo al hospital y a las residencias, te puedes imaginar", nos cuenta.
Sin embargo, una de las imágenes más duras la ha encontrado en los traslados desde los domicilios. "Eran horribles. Situaciones horripilantes que te encontrabas dentro. Las miradas de la familia cuando te llevabas a su ser querido... Los que somos un poco empáticos lo hemos pasado muy mal y ahora está empezando a pasar factura".
Seguir en Fase 0
Después de haber vivido el coronavirus desde el abismo, Tania lo tiene claro: sigue en fase 0. "Salgo a dar un paseo cuando no hay casi gente, no puedo ir a un supermercado y ver como está la gente comprando porque me muero del estrés. Cuando los veo en las terrazas sin mascarillas me pongo enferma de verlo", dice
"Luego, cuando ves a la gente en la calle y piensas: si se contagian, ¿voy a tener que pasar por esto otra vez, a 40 grados? Pero sé que nadie va a dar un paso atrás. Cuando empezó el estado de alarma pidieron disponibilidades y el responsable de personal nos dijo que no enviáramos más porque todo el mundo se presentó voluntario. Sabíamos cómo estaban los compañeros y había que darles descanso", explica Tania.
Eso sí, aunque los sanitarios vuelvan a estar al pie del cañón, lanza una advertencia: "No sabemos si podremos aguantar otra ola de infecciones por coronavirus. Esta la hemos pasado, pero la siguiente igual no, porque estamos exhaustos físicamente y nuestra estructura sanitaria también. Hay que recuperar mucho para llegar a como estábamos antes, que ya estábamos mal".
Dentro de un traje sudando por las rodillas
Si hay algo que ha cambiado en la vida de los sanitarios en las ambulancias es todo el equipamiento que tienen que llevar ahora y las protecciones que han de tomar. Donde antes había una chaqueta y unos pantalones ahora, además, hay una bata de plástico protector, una mascarilla FPP2, una quirúrgica por encima, una pantalla de metacrilato y calor, mucho calor.
"La COVID-19 sigue ahí fuera, y por eso tenemos que estar bien protegidos. En u aviso, uno de nosotros se viste se viste con todo el EPI para empezar la asistencia y el resto se va vistiendo en función de cómo evolucione. Yo me tengo que acercar siempre a medir constantes, así que siempre me tengo que vestir. Con el calor que da el EPI y el que hace fuera he descubierto que mis rodillas sudan, notas cómo te cae el sudor por la espalda a lo bestia... Me he comprado geles frío y los llevo en la nevera de la ambulancia porque tenemos riesgo de sufrir un golpe de calor", explica Tania.
Además, cuando acaban los avisos hay que descontaminar los EPI, y para ello disponen de una línea de descontaminación. "La primera vez que pasas por allí es bastante agobiante porque te echan un montón de productos por encima. Ahora ya lo hemos normalizado, pero al principio fue impactante. He tenido algunas descontaminaciones llorando porque llevaba más de 24 horas trabajando y acababas agotadas física y emocionalmente", relata.
Para finalizar, Tania tiene un recuerdo para sus compañeros sanitarios que lo han pasado peor: "Va a costar, va a ser difícil que dejemos de tener flashbacks. Nosotros gestionamos esto un poco mejor que otros sanitarios porque hemos estado más expuestos. Yo tengo avisos horripilantes a mis espaldas pero esto lo ha superado a todo. A nosotros nos han cuidado pero no quiero ni pensar cómo estarán los compañeros a los que no han cuidado".