Filomena sigue tiñendo de blanco buena parte de la Península, haciendo que cale el frío en los huesos. Aunque hay algunos que parecen notarlo menos. Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, visitaba Griñón para comprobar los daños del temporal en el municipio cuando los reporteros de Ya Es Mediodía captaban unas imágenes familiares para quienes conviven un adolescente en casa: a menos 5 grados y con calcetines tobilleros, dejando la piel al aire y sin cubrir por el pantalón. Aunque Ayuso aseguraba encontrarse perfectamente abrigada, los expertos discrepan. ¿Por qué es tan importante proteger los tobillos del frío?
Ya se sabe lo que dice el mito: que es por la cabeza por donde se pierde el 45% del calor corporal. Una creencia que viene un estudio realizado en el Ártico en los años 50 que, sin embargo, hace aguas. Para comprobarlo, un grupo de personas se abrigo todo el cuerpo a excepción de la cabeza, al ser esta la única zona expuesta se concluyó que era por ahí por donde escapaba el calor. Lo explicaba la periodista Adela Leonsegui en El Tiempo Hoy, apuntando que lo cierto es que la cantidad de vasos sanguíneos del cuello y cabeza es lo que sí los hace más sensibles al frío.
Ahí es también donde radica la necesidad de abrigarse los tobillos. El cuerpo humano está diseñado para, en caso de baja temperatura, mantener el flujo sanguíneo (y el calor) en la zona del tronco, donde se encuentras nuestros órganos vitales. Un mecanismo de supervivencia que 'permite' en cierto modo que en las zonas más alejadas del tronco disminuya el flujo sanguíneo, lo que hace que sean los primeros en disminuir también de temperatura.
No significa que pies, manos y cabeza sean entonces las zonas por las que más calor se pierde. De hecho, como explica el dermatólogo Pedro Rodríguez, de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), a El Diario Montañés, esto ocurre en las zonas más cercanas al tronco. Pero sí es por donde habitualmente más lo notamos por estar más expuestas.
El motivo por que debemos llevar bien abrigados los tobillos cuando aprieta el frío tiene que ver con la circulación. Al ser las zonas más alejadas de los órganos vitales -que ya decíamos son a los que el cuerpo destina los esfuerzos en eso de mantener alta la temperatura-, si se exponen al frío, se produce vasoconstricción. Disminuye así la irrigación sanguínea y los pies y tobillos 'se congelan'.
Y no solo vale con abrigarse. Es importante además hacerlo bien, con calcetines y calzado que protejan de verdad frente al calado del agua y que no aprieten. De lo contrario, perpetuaremos la dificultad de la circulación sanguínea dificultando que los pies se calienten. Por ese mismo motivo es también aconsejable mantener además los pies y piernas en movimiento. Y, si queremos que entren en calor, mejor no hacerlo con una fuente de calor seco. Sino progresivamente, masajeando o con baños de agua fría y caliente intercalados con el fin de reactivar la circulación.