Pasamos casi un tercio del día recostados sobre ella. Le confiamos nuestros secretos más grandes y le vamos consultando todo tipo de decisiones. Como guardiana de sueños íntimos, no tiene precio y tampoco a la hora de darnos muchas malas noches. Y con todo ese poder que le otorgamos, la escogemos al azar, a la ligera y sin demasiado criterio. Evidentemente, hablamos de almohadas y existe tanta variedad como argumentos para su elección.
Más de la mitad de la población adulta duerme de lado, según un estudio de la Universidad de Noruega de Ciencia y Tecnología. Es una preferencia que aumenta con la edad y el índice de masa corporal. El 37,5% lo hace boca arriba y solo el 7,3% tiende a ponerse boca abajo. No obstante, cada hora que pasa cambiamos de posición una media de 1,6 veces. Son detalles que importan porque influyen en la calidad de nuestro sueño y en la almohada que mejor se adapta.
Como regla general, el Instituto de Sueño indica que la mejor almohada es aquella que resulta más ergonómica. Es decir, que logra que cuello, cabeza y hombros se mantengan respetando la posición natural de la columna vertebral. Pero hay detalles, como la altura de este complemento, que marcan la diferencia. En sus análisis, la OCU ofrece las siguientes conclusiones:
Para personas propensas a este tipo de dolencias, recomienda dejar un hueco en la zona de la cabeza que permita adaptarse a contorno del cuello.
Para los que roncan, alrededor del 45% de los adultos, una opción es dormir de lado y colocarse una almohada de cuerpo entero, además de airearla con cierta frecuencia para prevenir la aparición de ácaros y alergenos. La mejor almohada antirronquidos debe tener una firmeza media y una altura también media, de material viscoelástico para que se adapte a la forma de la cabeza. Conviene que su diseño sea ergonómico que permita la adecuada alineación de cuello y espalda.
La zona cervical, debido a su movilidad al conectar la cabeza con el resto del cuerpo, está sometida a mucho estrés y su dolencia es muy común. El latigazo cervical, por ejemplo, es una patología que, cada año, afecta a una persona de cada mil. Para protegerla, es aconsejable dormir con una almohada baja y firmeza ligera. Puede aliviar los dolores de espalda y prevenir posturas incorrectas de cervicales.
¿Almohada sí o no?
Si tenemos en cuenta que la almohada tiene como función sostener la cabeza de manera que quede alineada con el cuello y la columna vertebral, la respuesta es clara. Dormir sin ella obliga a adoptar posturas poco aconsejables que generarán tensiones en la zona cervical y dificultad para respirar.
Por motivos de higiene y mantenimiento de los materiales, su vida útil no debe prolongarse más de dos o tres años. Hay que airearla al menos una vez por semana, darle la vuelta a menudo, lavarla una o dos veces al año y usar una funda de protección lavable.