Una de mis amigas está enclaustrada estudiando y dice que la salva del encierro su gato que se tumba junto a ella en el poyete de la ventana. La respiración de las siestas mañaneras del felino la permite concentrarse y avanzar. Otra cosa es compartir dormitorio y cama. En Uppers hemos preguntado a nuestro veterinario preferido, que trata a la mayoría de las mascotas de la redacción, por qué no es bueno dormir con tu gato. Hemos aprovechado para que nos aclare los mitos y verdades sobre dormir con gatos.
Los dueños y sus gatos duermen juntos porque ambos lo agradecen. Esa rutina les genera un bienestar sobre todo emocional. “La convivencia y la relación entre persona y animal suele mejorar y la relación se vuelve más positiva, relajada y afectiva”, explica el veterinario. Ese ronroneo felino induce al humano a “un estado de relajación y tranquilidad que le permite conciliar el sueño más fácilmente”.
En invierno el gato reconforta porque da calor, debido a que su temperatura corporal es superior a la de las personas. Todo ello genera “una mayor sensación de seguridad emocional para los dos”, asegura el experto. También, se suma el buen humor que genera el despertarse junto a su querido gato.En los niños esa seguridad, satisfacción, relajación y apoyo emocional se acentúan. Para ellos, su gato es un amigo especial o un miembro más de la familia.
Sin embargo, estas ventajas se contraponen a los problemas que se pueden generar, principalmente en cuanto a la salud. Es por este motivo por el que se recomienda evitar compartir cama y que el animal tenga su propio espacio para el descanso nocturno. Todas esas emociones y beneficios pueden llegar de igual forma por otros caminos.
Al principio, ante la llegada del felino a casa, nadie es capaz de dejarle solo en su “cama” para gatos; es un cachorrito y no hay quien se separe de él porque despierta la mayor de las ternuras. Lo habitual es que se acabe compartiendo sábanas. Sin embargo, cuando el animal entra en su etapa adulta abulta más, desprende mayor calor, llena todo de pelos y se mueve demasiado. Incluso sus ciclos de sueño son distintos a los de los humanos. Al final, ambos se interrumpen y molestan durante toda la noche.
El problema está en que en el momento en el que se pretende que se traslade a su espacio por la noche, el animal no va a entender por qué ahora es rechazado. En ocasiones puede volverse agresivo “para mantener el control sobre la zona de descanso”. Serán necesarios múltiples refuerzos positivos con golosinas, caricias y palabras amables para convencerle de cambiar de cama. Solo por ello, el veterinario aconseja que desde el primer día toda la familia colabore en que el animal vea ese espacio que se le ha destinado para dormir como positivo.
Otros aspectos por los que se debe reconsiderar el que humano y animal compartan cama son las enfermedades que pueden transmitirse uno al otro indistintamente. Además, las posibilidades de contagio aumentan cuando el gato suele acceder al exterior. Según adelanta el veterinario, ese riesgo de transmisión es bastante bajo si existe una medicina preventiva. Aunque, los que más riesgo corren son los niños, las mujeres embarazadas y las personas inmunodeficientes.
Los felinos tienen la posibilidad de contraer hongos, campilobacteriosis, infecciones diversas, enfermedad de Lyme, rabia, tiña, sarna o parásitos intestinales a través de pulgas, garrapatas, ácaros y piojos o la ingestión de alimentos contaminados. Después pueden contagiar a las personas con consecuencias graves.
Es evidente que el riesgo es mínimo en un felino que permanece siempre en el hogar, pero hay otros a los que les gusta escaparse o darse un paseo exponiéndose a estos peligros. El veterinario insiste en que este contagio se previene con las rutinas de desparasitación correspondientes, al igual que haciéndole más caso y jugando con él. Se trata de ayudarle a gastar esa energía que necesita consumir en sus salidas.
La alergia a los gatos tampoco hay que descartarla. Estos animales liberan alérgenos que resultan invisibles, pero se adhieren al colchón. Están presentes en su pelo, en su baba, en la orina, en las heces o en su piel. El organismo de una persona que duerme con su gato puede desarrollar una respuesta inmunológica dando lugar a una alergia, a asma o a otros problemas respiratorios.
En definitiva, es más aconsejable que cada uno duerma plácidamente en su cama. El veterinario señala que aquellos que no son capaces de separarse por la noche deben prestar mucha más atención a las revisiones y a la vacunación; extremar la higiene en casa; aumentar la frecuencia del lavado de la ropa de cama; realizar un cepillado exhaustivo para evitar los parásitos externos; o alimentarle adecuadamente.