La crónica de infartos y desvanecimientos que deja la primera semana de desescalada nos sirve de aviso: las ganas de echar a correr, trotar o volver a montar en bici nos están impidiendo calibrar bien nuestras posibilidades. Después de casi dos meses de aislamiento en casa, una peor alimentación y el abuso de pantalla y sofá, nuestro corazón, sobre todo de los 45 en adelante, no admite excesos de ningún tipo, ni siquiera en personas habituadas al deporte.
No es mala cosa correr y que, a falta de la alegría de las terrazas, la gente se haya calzado las zapatillas para rebasar ese escaso kilómetro que limita nuestros paseos, pero nuestro corazón no está preparado para sobresaltos. En pocos días han fallecido un corredor de 53 años, que se desplomó repentinamente sin que los testigos pudiesen hacer nada al tratar de reanimarle, y un ciclista de 47 años.
El primero murió en Los Pericones, un parque asturiano conocido por sus cuestas abruptas. El segundo, gran aficionado a la bicicleta, sufrió un infarto. Este último era un deportista habitual y no había dejado de entrenar durante el confinamiento usando una bici estática. Su perfil no encaja con el de esas personas que se están estrenando en esto del deporte para aliviar el confinamiento. Por eso mismo, debería servir de advertencia.
En Uppers hemos contactado con la cardióloga Amelia Carro, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte de la Sociedad Española de Cardiología, para analizar qué puede estar pasando y cómo deberíamos retomar nuestro entrenamiento sin asumir riesgo. Antes de nada, insiste en hacer una doble aclaración: "El deporte no mata, sino la enfermedad. Y el deporte no es una enfermedad. La actividad física es la mejor prevención frente a la obesidad y sus consecuencias metabólicas (hipertensión, diabetes, dislipemia, enfermedad cardiovascular…) que, como se está viendo, están más estrechamente vinculadas con riesgo de hospitalización, necesidad de UCI y mortalidad por Covid-19".
Si tienes más de 45, el riesgo 0 no existe
Amelia Carro insiste en la necesidad de prestar atención a cualquier síntoma y actuar de manera inmediata. En caso de fiebre o cualquier otro signo de sospecha de Covid-19, no salir de casa.
"Por encima de los 45 años, el riesgo 0 en el deporte no existe y más teniendo en cuenta que a veces desconocemos si padecemos alguna patología oculta, algo que se ha acentuado debido al estado de alarma", explica.
Estas son pautas que nos propone Carro:
Aunque hayamos seguido unas tablas de gimnasia o una rutina en casa, la actividad es diferente. Lo ideal sería combinar durante los primeros días una parte del ejercicio en casa con otra parte de la actividad practicada antes de la pandemia. Poco a poco, iremos subiendo en tiempo e intensidad.
Detenerse y pedir ayuda inmediatamente si uno nota dolor intenso en la zona del esternón que puede irradiarse a la mandíbula, cuello y espalda, brazo izquierdo o incluso brazo derecho. Si aparece sudor frío y mareo o dolor en la parte alta del abdomen, dificultad para respirar, ganas de vomitar y pérdida de conocimiento.
Preparados: ten en cuenta tus circunstancias concretas. Si, por ejemplo, has padecido Covid-19 o sufres enfermedad, el ejercicio se limitará a una actividad rehabilitadora. En el siguiente nivel, estaría la gente que buscará mantenerse activa. Aquí habrá que considerar que, a partir de los 45, aumenta la posibilidad de sufrir patologías ocultas, como hipertensión, colesterol y otros factores de riesgo asintomáticos que debutan al hacer un sobreesfuerzo.
Listos. Esta fase exige que nos aseguremos una preparación adecuada a modo de check listque incluya: evaluación de síntomas y toma de temperatura, identificación (NIF, tarjeta sanitaria, etc.), teléfono móvil y persona de contacto, medicación de rescate (glucosa, por ejemplo, en el caso de diabetes), ropa adecuada, protección solar y botella de agua.
¡Ya! Implica una reevaluación continua de cada punto para ir avanzando en los logros, así como un plan de entrenamiento dirigido y gradual que incluya calentamiento, objetivos realistas, combinación de resistencia, equilibrio, coordinación y flexibilidad, medidas higiénicas, distancia de seguridad, atención a cualquier síntoma y actuación de alarma.
La SEC está registrando una reducción del 40% en el tratamiento del infarto en estas últimas semanas: menos pruebas diagnósticas, menos procedimientos terapéuticos coronarios y menos intervenciones. Preocupa porque esta bajada, según indican los profesionales, responde al miedo de los pacientes al contagio de coronavirus si van al hospital. "Esto ha derivado en una acumulación de casos críticos cardiovasculares que va a ser difícil de manejar cuando todo termine. Los datos sugieren que habrá un repunte en la mortalidad cardiovascular a corto y largo plazo, con pacientes que presenten muerte súbita, infartos y otros cuadros médicos que ya se habían reducido", añade.