"Estaba sentado en la silla del dentista, con la boca abierta y unas manos trataban de ajustarme el diente al implante que me habían puesto cinco meses atrás. El doctor empezó a enroscarlo y no, no hizo tope. Algo había salido mal. Una frustración tremenda me inundó y, sin saberlo, en ese momento comenzó mi trauma". Son las palabras de Ángel, un toledano de 62 años, padre de dos hijos y fumador. Hace un año y medio le quitaron un premolar para ponerle un implante y un proceso, aparentemente sencillo se convirtió en una verdadera pesadilla.
El 38,1% de los mayores de 60 años llevan un implante dental, según los datos del II Estudio Sanitas de Salud Bucodental. Este tipo de tratamiento se realiza ante la falta de una pieza dental o cuando dicha pieza está en muy mal estado y hay que cambiarla. "Es fundamental aclarar que el implante no se ve, queda englobado dentro del hueso y es sobre el mismo donde se coloca un diente (corona sobreimplante) diseñado a imagen y semejanza del resto de la boca", explica Bruno Baracco vocal del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Madrid y Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.
El hándicap de este proceso no es la dificultad sino la lentitud del mismo. El implante se debe colocar siempre en una zona sana y previamente estudiada mediante radiografías y pruebas que cercioren que es factible y que hay suficiente hueso. "Tras el acto quirúrgico en el que se coloca el implante es necesario esperar tres o cuatro meses antes de colocar la prótesis para que la misma se ancle bien al hueso. Ese tiempo es clave", apunta el dentista.
Como cualquier tratamiento médico un resultado óptimo no se puede garantizar al 100%. El 29,2% de los adultos manifiestan haber tenido problemas con sus implantes, en la mayoría de los casos de forma excepcional, según el citado estudio. "Hay una tasa de fracaso que depende de las condiciones del paciente. Aquellos con problemas óseos, con una mala higiene bucal y los fumadores son más propensos a que algo falle".
"Yo tenía el diente torcido, se movía y estéticamente era muy feo. Primero me lo quitaron y hubo que esperar cuatro meses hasta que cicatrizó. Entonces comenzó el proceso en sí mismo. Me dijeron que serían unos cuatro meses pero se convirtió en un mal sueño de algo más de un año”, cuenta Ángel.
Lo que le ocurrió a Ángel es una de las complicaciones más comunes. La razón por la que no funcionó bien el primer implante fue la insuficiente masa ósea. "Tras el acto quirúrgico de introducir el implante comienza la fase más crítica", afirma el profesor.
"Cuando el implante dental no agarró y hubo que empezar otra vez de cero el mundo se me cayó encima. En mi cabeza mi vida volvía a la normalidad. Sin el diente postizo, sin pasar apuros cuando comía fuera, sin tener que estar pendiente de él. Pero salí de allí con él puesto otra vez y esperando a que curase y a volver a empezar", relata el paciente.
En la segunda ocasión, su dentista tomó una decisión drástica, ponerle una parte de hueso artificial en la zona para asegurarse que el implante funcionase. Esta vez hubo más suerte y Ángel ya tiene su diente perfecto aunque asegura que volver a sentarse frente al médico para ponerle el diente le generó muchísimo estrés y malestar, temía que volviese a pasar lo mismo. El proceso completo le costó 1.250€.
Es el precio normal de este tipo de tratamientos, que suelen variar en función del material con el que está hecho el implante y del fabricante del mismo. "Hay tantas marcas como de coches o cremas. La mayoría de implantes son de titanio que tienen un índice de aceptación muy alto. Otra opción son los de zirconio que se utilizan cuando el hueso es muy fino. El precio del implante dental en función de todo lo anterior varía. Lo normal, siempre teniendo en cuenta las peculiaridades del paciente, está entre los 450 y los 1.200 euros por pieza", concluye Baracco.
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