Rostro, escote y manos. Son las tres zonas más afectadas por las manchas en la piel. En esta época, el final del verano, los excesos de sol empiezan a pasar factura y nos damos cuenta de marcas que quizá hace unos meses no teníamos o que simplemente han cambiado de color. Estas no tienen por qué ser malignas, pueden tratarse de simples cumpleaños de la piel, pero es un experto el que lo debe valorar. Hablamos con el doctor José Luis Martínez Amo, dermatólogo y portavoz de la Academia Española de Dermatología y Venereología para que nos explique cómo podemos diferenciar unas manchas de otras y en qué momento acudir a la consulta de un especialista.
Hombre o mujer de mediana edad. Es el perfil del paciente más afectado por las manchas solares que acude a una consulta dermatológica, nos cuenta Martínez Amo, que asegura, además, que se encuentra en uno de los picos de más trabajo del año, junto con los meses de mayo y junio. "La gente acude en dos ocasiones, cuando empieza a descubrirse y a utilizar ropa más veraniega y ahora, cuando nos hemos pasado varios meses al sol y tenemos marcas más oscuras de lo normal".
Muchas de las manchas que aparecen en nuestra piel están simplemente relacionadas con la edad, son genéticas, es decir que algún antepasado las ha tenido y en la mayoría de los casos son benignas. Dentro de estas encontramos dos tipos:
Queratosis seborreica
Está directamente relacionada con la edad y aumentan en número a medida que cumplimos años. "Son inestéticas pero no malignas y no tienen nada que ver con el sol. Comienzan siendo planas y con el tiempo terminan teniendo un pequeño relieve. Su color varía entre el marrón claro y el marrón oscuro”, apunta el especialista. Empiezan aparecer entre los 35 y los 50 años.
"No tienen importancia alguna, son las típicas manchas redonditas y que evolucionan a tonalidades más fuertes. Además, si hablamos de tratamiento, son de las pocas que desaparecen por completo con láser, con legra o con crioterapia", asevera Martínez Amo. Su tamaño suele rondar los dos centímetros y medio y su superficie puede ser ligeramente escamosa.
Lentigo solar
Es una mancha en la piel que se asocia al envejecimiento, pero también a la radiación ultravioleta del sol. Se sitúa sobre todo en las zonas más expuestas: manos, cara, hombros, brazos y frente, suele aparecer a partir de los 40 años, cuando la piel disminuye su capacidad de regeneración y recuperación a la exposición solar y no tienen relieve.
"Estas manchas no desaparecen del todo, mejoran muchísimo con un tratamiento como puede ser el láser, pero nunca se eliminan en un cien por cien, aunque sí mejora mucho la calidad de la piel en general”, apunta el dermatólogo. Cuando estas manchas aparecen la recomendación es evitar la exposición solar innecesaria y protegerse siempre con factor 50.
Se trata de los lentigos malignos y los melanomas. Se desarrollan principalmente en áreas de exposición solar crónica y sufren una evolución con el paso del tiempo. "Son manchas asimétricas, que llevan un tiempo en nuestra piel y van creciendo en tamaño. Su color va variando y, además, no suele ser homogéneo, aparecen diferentes gamas de color dentro de la misma mancha. Estas nos deben preocupar y debemos acudir al dermatólogo de inmediato", explica el portavoz.
En estos casos el diagnóstico es fundamental ya que, si no se tratan rápido, pueden llegar a romper la barrera epidérmica de la piel y suponer un alto riesgo para nuestra salud. Por ello, el doctor insiste que acudamos al médico "si vemos una mancha muy reciente que ha cambiado rápido, o que teníamos de antes y en un tiempo de tres a seis meses notamos un cambio evidente tanto en asimetría de tamaño y forma como en coloración".
El tratamiento de estas manchas malignas suele pasar por quirófano, se elimina a través de una cirugía y requiere un seguimiento posterior para asegurarse de que no vuelve a aparecer y que la piel se ha quedado completamente libre del tumor. El lentigo maligno es más común en hombres que en mujeres y suele aparecer a partir de los 40 años, aunque el pico de diagnóstico está entre los 60 y los 80 años.