La pérdida de expresividad. Es uno de los mayores problemas a la hora de comunicarnos desde que comenzó la pandemia. Por nuestra cultura, los gestos forman parte de un lenguaje que ahora debemos cambiar. Especialmente complicado para las personas con discapacidad auditiva, para ellos leer los labios es básico para mantener las relaciones sociales. Ante esta necesidad, varias empresas nacionales e internacionales han comenzado a fabricar mascarillas transparentes, que permiten ver la boca de quienes las portan. Te contamos dónde encontrarlas, cuánto cuestan y si están o no homologadas en nuestro país.
Segura, sencilla y asequible. Es lo que buscamos al comprar una mascarilla. Las pantallas transparentes fueron el primer intento, pero se descubrió que no protegían ni a los demás, ni a nosotros mismos, y, por lo tanto, había que descartarlas. Tras este intento, las empresas se pusieron manos a la obra para conseguir que estos tapabocas fueran eficaces y que no se empañasen con el vaho que soltamos al hablar.
Ya antes de la pandemia, exactamente hace dos años, La Escuela Politécnica Federal de Lausana, en Suiza, comenzó a trabajar en este producto que se encuentra hoy día en fase final de su desarrollo. Están fabricadas con un polímero que permite pasar el aire y filtrar los virus y bacterias con la misma efectividad que una higiénica y tiene propiedades antivaho. Estará disponible en 2021, primero para sanitarios.
Mientras tanto, la mascarilla Seeus95, que se puede comprar en internet, es totalmente transparente, se adhiere a la cara mediante un efecto ventosa para eliminar la tensión tras las orejas y el material hace que la piel no se resienta. Se puede adquirir por 33 euros y los filtros cuestan 15 más. Los creadores aseguran que se puede desinfectar con agua y alcohol, en el microondas o incluso en el lavavajillas y son biodegradables al estar fabricadas con silicona médica y filtros de bambú y seda.
Otras empresas están también comercializando productos similares, todas fabricadas con plásticos no empañables. Las más baratas cuestan alrededor de 20 euros y aseguran que cumplen la misma función que las mascarillas convencionales. AllegraMask MED, la que han sacado en directos periodistas como Mayka Navarro, es una de ellas y se fabrica en Alemania e Italia. Está hecha con policarbonato y cumple con la directiva 93/42/CEE de 1993 para la fabricación de productos sanitarios.
En España, la startup Weetbe ha diseñado modelos transparentes que equivalen a las FFP2, que son reutilizables, filtran el 98% de las partículas y cuentan incluso con un motor de ventilación. Sus precios son un poco más elevados, llegan hasta los 65 euros pero siguen a la espera de homologación.
Al igual que pasó con las mascarillas de tela, las transparentes están en la batalla de ser homologadas. Marcos Lechet, sordo desde los 5 años, ha sido el primer español en reivindicar su homologación. El pasado mes de septiembre se presentó en el Ministerio de Sanidad con más de 100.000 firmas reunidas en la plataforma Change.org. Las últimas noticias que tenemos del Gobierno es que el proceso está en un estadio avanzado, según ha explicado Pablo Iglesias la Comisión para las Políticas Integrales de la Discapacidad, celebrada el 8 de octubre. Sin embargo, su uso ya está extendido entre las personas con necesidades especiales.
Fuera de nuestras fronteras, Estados Unidos sí que ha homologado ciertos modelos de mascarillas que se pueden encontrar a través de Amazon. Un ejemplo es la Global Office que cuenta con dos válvulas de respiración que filtran el aire y tiene un precio de 13,50 euros. CleasMask LLC también cuenta con este permiso para su comercialización, al igual que LEAF. Francia también nos lleva ventaja. Allí ASA Initia ya cuenta con homologación e incluso la ministra encargada de personas discapacitadas en las Asamblea Nacional la usa con asiduidad.
Sin embargo, personalidades de la ciencia reclaman que estas mascarillas se usen a nivel global. Bhismadev Chakrabarti, un reconocido profesor de neurociencia de la Universidad de Reading en Inglaterra afirma que todos deberíamos utilizar este tipo de mascarillas independientemente de tener o convivir con personas con dificultades auditivas. Asegura que en occidente nos valemos de la parte inferior del rostro para transmitir emociones específicas y que "el uso de máscaras traslúcidas mejorará la comunicación y ayudará a reducir la ansiedad que sientes algunas personas al tener que usarlas".
Otra de las peticiones es que estas mascarillas estén presentes en guarderías y escuelas primarias. Es lo que ha pasado en El Vendrell, donde el Ayuntamiento ha distribuido 450 unidades en los centros educativos para que se pueda "trabajar para una inclusión educativa con igualdad de oportunidades". Desde el Gobierno local aseguran que "supondrán seguridad para los docentes y facilidad para los alumnos para poder aprender mejor".