De repente, rompes a sudar, sientes tus propias -e inoportunas- olas de calor y descubres que engordas hasta con un vaso de agua. Mientras tanto, la regla va y viene. La menopausia ha llegado a tu vida. Vas a tu médico, que además es una mujer de tu edad, pensando que va a comprenderte, y te despacha con una palmadita en la espalda, una receta para comprar unas carísimas pastillas de soja (porque te has puesto pesada) y una frase demoledora: “Son dos años malos pero, al final, pasan”. Muchas veces el desinterés, tal y como refleja el artículo de Uppers "Los diez consejos que todo hombre debe conocer para acompañar a su pareja durante la menopausia", viene de la propia clase médica.
La historia anterior es real. Y la protagonista pensó en su momento que si un médico reaccionaba así, ¿qué podía esperarse del resto? Indiferencia, desinformación y la seguridad de estar tratando un tema incómodo: los ingredientes con los que se fabrican cualquier tabú. El 18 de octubre es el Día Mundial de la Menopausia, un buen momento para dar respuesta a algunas preguntas sobre esta etapa de la mujer. Para ello, vamos a desgranar los datos que arroja una encuesta elaborada por Intimina, empresa dedicada a cuidar la salud íntima femenina.
Durante la menopausia, se producen importantes alteraciones hormonales provocadas por la caída de los niveles de estrógeno y progesterona. De media, una mujer suele tener alrededor de 400 reglas a lo largo de su vida; es decir, estaría 33 años de su vida con la regla. Para el 46% de las encuestadas, el periodo suele retirarse entre los 46 y 50 años, mientras que dos de cada 10 mujeres han alcanzado esta etapa antes de los 45 años, lo que se conoce como menopausia precoz.
La encuesta ha preguntado a las mujeres con menopausia cómo se sienten y qué idea se cree que se tiene sobre ella. Cerca de siete de cada 10 afirman no sentir miedo porque la consideran un proceso natural, a pesar de no haber recibido nunca información sobre este proceso y sus síntomas. Sin embargo, aunque las mujeres españolas viven la menopausia de manera natural, un 69% de ellas afirma que existe un tabú y no se habla abiertamente de ella. Por otro lado, un 14% asegura haber recibido burlas o mofas en algún momento de su vida.
Las mujeres que han participado en el estudio afirman que los síntomas más recurrentes son los sofocos (74%), alteración del estado anímico que implica cansancio, irritabilidad o ansiedad (54%) y sequedad vaginal (49%). Esta última se debe, en gran medida, a la caída de producción de estrógeno, la hormona que mantiene los niveles de los flujos naturales, que conservan el recubrimiento de la vagina hidratado. Como consecuencia de ello, algunas mujeres afirman tener relaciones sexuales dolorosas (15%).
Por otro lado, un 60% de las mujeres afirman que, con la menopausia, han perdido apetito sexual. El insomnio, los cambios en el metabolismo y la osteoporosis son otras de las consecuencias que experimentan las mujeres con un 42%, 36% y 12%, respectivamente.
Pero ¿las mujeres tratan estos síntomas? Una amplia mayoría de las encuestadas asegura no hacerlo (66%). Solo 1 de cada 10 sigue un tratamiento específico para la osteoporosis o sequedad vaginal, mientras que un 16% lo hace para prevenir o atenuar los sofocos.
Durante la menopausia, la falta de producción de estrógenos por parte de los ovarios puede derivar en una alteración del suelo pélvico, el conjunto de músculos que ayuda a mantener el control sobre la vejiga y los movimientos intestinales. Según los resultados, cerca de cuatro de cada diez mujeres han perdido fuerza y tono tras alcanzar esta etapa (39%) y un 14% ha notado un deterioro de su uretra.
En este sentido, casi la mitad de las españolas asegura experimentar pérdidas de orina esporádicas (41%), frente a un 12% de las españolas que las sufre frecuentemente. Por otro lado, un 11% dice haber sufrido incontinencia fecal y un 7%, prolapsos (descenso de algún órgano desde la cavidad pélvica hacia el exterior). Sin embargo, y a pesar del papel fundamental del suelo pélvico para una buena salud, el desconocimiento en torno a su funcionamiento sigue siendo elevado: el 40% de las españolas no saben para qué sirve.
Conocidos por primera vez en Europa 1940, los ejercicios de Kegel consisten en contraer los músculos del suelo pélvico hacia arriba y hacia adentro durante unos segundos para fortalecer y tonificar el suelo pélvico y sobrellevar mejor los problemas derivados de la menopausia. En Oriente, sin embargo, tonificar la musculatura del suelo pélvico siempre se ha incluido entre los cuidados femeninos, como prueban la existencia de las bolas chinas o algunos minerales tallados en forma de huevo que se utilizan en el yoga yoni para restaurar el equilibrio femenino.
De acuerdo con los resultados de la encuesta de Intimina, cerca de la mitad de las españolas en esta etapa no conoce la existencia de estos ejercicios (46%) y desconocen que pueden utilizarse ejercitadores para ello (82%). Existen algunos dispositivos que permiten obtener los máximos beneficios. Por ejemplo, los ejercitadores con peso son pequeñas esferas que proporcionan la resistencia adecuada para que el suelo pélvico trabaje más durante la contracción. Es el caso de la Rutina de Kegel Laselle, compuesta de tres esferas de distintos pesos (28g, 38g y 48g). Por su parte, los ejercitadores de Kegel inteligentes funcionan como entrenadores personales que facilitan su práctica. Es el caso del KegelSmart que registra la fuerza del suelo pélvico y crea una rutina personalizada. Este dispositivo guía a través de niveles progresivos para obtener el máximo rendimiento.
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