Te levantas por la mañana y lo primero que piensas es hacerte el café. Elixir exótico, gasolina para el día a día, disfrute y necesidad a partes iguales. En España, más allá de su dimensión social -'vamos a tomar un café y nos ponemos al día'- es una bebida muy presente en el hogar: según el Informe Anual del Consumo Alimentario de 2020, elaborado por el ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el consumo per cápita realizado por cada individuo durante el año 2020 fue de 1,98 kilogramos por persona y año. Tomar café es prácticamente lo primero que hacemos al despertarnos, pero no es lo idóneo. Te explicamos el porqué y cuándo es la mejor hora para dar ese primer trago.
Hallamos la respuesta en el cortisol, una hormona que producimos de forma orgánica y que se libera como respuesta al estrés, pero que también aparece en situaciones de alerta, cambios drásticos de estado o peligro. Cuando nos despertamos, los niveles del cortisol se disparan como consecuencia de una alteración importante de nuestro estado: pasar de estar dormido a estar despierto.
¿Y qué ocurre cuando me tomo un café con los niveles de cortisol altos? Que la cafeína hace menos efecto, aumentamos más si cabe la presencia de esta hormona en nuestro organismo y comenzamos a desarrollar tolerancia, con el correspondiente círculo vicioso. Con ello, el objetivo que perseguimos cuando nos tomamos un café (estar despierto, atento, listo para empezar el día) se va disipando poco a poco y dejando lugar, simple y llanamente, a un aumento paulatino del estrés en nuestro cuerpo a medida que repetimos este proceso.
Estas afirmaciones están sustentadas desde el ámbito científico. Un estudio publicado en la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos y llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Minnesota y la Universidad de Oklahoma indagó acerca de la tolerancia en esta respuesta -la del cortisol- con la ingesta diaria de cafeína en la dieta. Para ello, 48 hombres y 48 mujeres formaron parte de un ensayo de cuatro semanas en el que, durante cinco días, se abstuvieron de tomar cafeína.
Sustituyeron los cafés y las bebidas energéticas por tres cápsulas diarias con 0, 300 mg y 600 mg al día en tres dosis divididas, mientras que el sexto día tomaron cápsulas con 0 mg o 250 mg a las 9:00, 13:00 y 18:00, tomándoles posteriormente muestras de cortisol a lo largo del día.
Los resultaron demostraron que, "después de 5 días de abstinencia de cafeína, las dosis de provocación con cafeína provocaron un fuerte aumento del cortisol durante el día de prueba", mientras que "cinco días de ingesta de cafeína abolieron la respuesta del cortisol a la dosis inicial de cafeína a las 9:00".
Así pues, ¿cuándo debemos tomarnos el café? Lo mejor de todo es esperar a que los niveles de cortisol vayan bajando. El pico se da nada más despertarnos, así que para aprovechar las propiedades que nos ofrece la cafeína, lo mejor es que esperemos, como mínimo, una hora desde que estemos despiertos.