Decir que la mascarilla ha venido para quedarse resulta obvio a estas alturas. Los rostros descubiertos por la calle son una de esas cosas que prácticamente ha desaparecido de nuestro imaginario colectivo. Atrás han quedado los tiempos en los que podíamos ir a comprar o a la oficina sin necesidad de cubrir nariz y boca. Sin embargo, aunque parece que nos hemos acostumbrado, algunas rutinas asociadas al uso de la mascarilla todavía se nos escapan. Así lo refleja un estudio reciente, que señala que 8 de cada 10 españoles olvida cambiarla cuando esta ha dejado de ser eficaz, es decir, pasadas unas cuatro horas según el ministerio de Sanidad.
La empresa de medicamentos Cofares ha elaborado un informe acerca del uso de la mascarilla en nuestro país. Estas son algunas de las principales conclusiones que se han extraído después de casi ocho meses de pandemia, en los que hemos vivido un confinamiento, una desescalada precipitada y nos encontramos en plena segunda ola.
La farmacia es el lugar donde más mascarillas se adquieren. El 83,8 % de los encuestados las consideran el lugar más seguro y que más garantías ofrece a la hora de conseguir este artículo de primera necesidad, por encima del supermercado (9 %) y las plataformas online (7,2 %). De esta forma, también aumenta la preocupación por la homologación de las mascarillas.
En líneas generales, el ámbito laboral está marcado por su uso, siendo utilizada durante toda la jornada en un 71 % de los encuestados. El 17 % afirma no utilizarla al cumplirse con las medidas de distancia social, mientras que el 12 % restante lo hace dependiendo del día y de con quién vaya a relacionarse (especialmente si se trata de personas que no pertenecen a los llamados 'grupos regulares' o personas con las que nos vemos de forma periódica).
En líneas generales, parece que los españoles se han adaptado de forma correcta a la utilización de la mascarilla, siendo los hombres los que más reconocen haber integrado esta rutina sin molestia alguna (73,4 %) frente a las mujeres (60,2 %). A nivel global, el porcentaje continúa siendo alto: un 67 % asegura no haber tenido ningún problema con ello o haberse adaptado de una forma más rápida de lo que en un principio pensó.
Los pertenecientes a la generación del 'baby boom', por su parte, se han adaptado de una forma óptima ante esta nueva rutina. Entre los encuestados, un 65 % de los mayores de 55 años afirman no tener problema alguno con ello. La generación X (entre los 36 y los 55 años) también, aunque en menor medida (un 60,7 %). En los rangos de edad más jóvenes, la adaptación es todavía más mayoritaria: un 74 % de los jóvenes entre 18 y 25 y un 67,3 % del rango entre los 26 y los 35 afirman no haber experimentado ningún problema significativo con las mascarillas.
Aunque no siempre es posible lavarse las manos con agua y jabón (aunque siempre es más recomendable), los encuestados apuestan mayoritariamente por esta forma de higiene (en un 75 % a niveles globales) frente al gel hidroalcohólico, que se puso en circulación precisamente para mantener una higiene de manos continua en los momentos en los que no podemos acceder a agua y jabón.
Con respecto a la toma de temperatura, los mayores de 55 años son el grupo que menos lo hace, con un 26 % de los encuestados. Los más jóvenes, a este respecto, también parecen haber tomado conciencia: el 61 % de los 'Z' y el 59 % de los millennials son los que más a menudo realizan esta práctica.