Codo con codo: un año sin abrazos ni besos, pero con la lección aprendida (o no)
Se cumple un año desde el comienzo del confinamiento, cuando lo anunció Pedro Sánchez el 13 de marzo de 2020
Un tiempo en el que hemos aprendidos algunas cosas, y otras ya se nos han olvidado
Revivimos cómo se volcó también el mundo de la cultura para hacernos el confinamiento más liviano
Hace un año, Jorge Drexler nos regalaba una canción nueva, extraña, con su marca, pero un mensaje diferente: "Ya volverán los abrazos, los besos dados con calma; si te encuentras un amigo, salúdalo con el alma". Nacía así 'Codo con codo'. El mismo Drexler, que tiempo atrás ya nos había dicho que "nada se pierde, todo se transforma", que los toques de queda traían soledad, heridas, noches huérfanas. Igual solo teníamos que hacerle un poco de caso. Empezaba, aquel 13 de marzo, el año 2020.
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365 días que puede que sí que nos hayan transformado, o no. En aquellos primeros días de nuestra primera pandemia, un nuevo espíritu recorrió las calles vacías de todas las ciudades. Saldríamos de aquí siendo mejores personas, más solidarios, más conscientes de la posición real que tenemos en la Tierra. Eso decíamos. El coronavirus, en definitiva, nos estaba dando un tortazo de realidad, nos estaba bajando las ínfulas de seres todopoderosos ajenos a nuestro entorno.
Llegaron así los aplausos para agradecer la ingente tarea que hacían nuestros sanitarios, enfrentándose a condiciones infrahumanas en unos hospitales desbordados. Veíamos por la televisión a las ambulancias llegando a los centros médicos, al personal equipado con lo que podían para no contagiarse. Y algunos, como Pedro Armestre, pudieron entrar a IFEMA para plasmar lo que allí estaba ocurriendo: un enorme hospital de campaña construido en tiempo récord para intentar aliviar la presión sobre unos hospitales, en Madrid, muy por encima de sus capacidades habituales.
2020 nos demostró la parte más dura de la vida, la de perder a seres queridos a los que todavía no les tocaba; a amigos que aún hoy continúan con las secuelas de un virus persistente. La de las llamadas "colas del hambre" que venían de las colas del paro, o de los ERTE. La de nuestros mayores, a quien esta pandemia les privó más aún de la libertad, muchos de ellos quedando aislados en sus habitaciones de las residencias o en sus hogares sin poder recibir visitas.
Pero también 2020 nos hizo ver todo de lo que somos capaces, y aquel 13 de marzo fue solo un punto de partida. Se crearon iniciativas para paliar esa soledad que mata a veces más que el propio virus, redes de ayuda para los más necesitados. Cada uno ayudó, en lo que pudo, a quién más lo necesitaba. Los docentes hicieron un esfuerzo gigante para poder mantener las clases online, y las empresas para adaptarse a un teletrabajo que llegó de la noche a la mañana para quedarse. También para mantener los puestos a miles de trabajadores y protegerlos de un virus que, todavía hoy, campa a sus anchas.
El mundo de la cultura no tardó en volcarse para hacernos la vida en nuestras casas algo más llevable. Cantantes como Javier Ruibal empezaron con la tendencia de dar conciertos en streaming por Instagram, y las agendas de aquellos días se llenaron de cientos de actividades para todas la edades y gustos. Una sociedad que cuidaba de los suyos. Estábamos separados, sí, pero más cerca que nunca. Cada día salíamos a los balcones a aplaudir, y nos asomábamos al patio de butacas virtual a ver qué ponían ese día.
Vimos, por ejemplo, a Penélope y Bardem comprando material sanitario, a Versace donando a hospitales, Mark Wahlberg creando rutinas online de ejercicio, el chef José Andrés ayudando con sus cocinas solidarias, Luz Casal llamando a los fans por teléfono para hacerles un poco de compañía, Bryan May enseñando a tocar la guitarra, igual que Pancho Varona; Benjamín Prado recitando o Dolly Parton leyendo cuentos a los niños.
También llegaron las canciones solidarias hechas desde casa. Los Secretos grabaron una canción juntos en la distancia, Coque Malla también se inspiró y creó el tema 'Calma'; Robe Iniesta, de Extremoduro, a pesar de tener su gira de despedida parada, también compuso 'Yo me quedo contigo aquí', inspirado en la cuarentena; o Los Manolos, quienes reinterpretaron 'Amigos para siempre' para homenajear a los profesionales sanitarios.
Hoy, un año después de todo aquello, hemos visto cómo la ciencia, cuando tiene financiación, puede hacer cosas maravillosas. Solo en Europa ya hay cuatro vacunas aprobadas y en uso. Desarrolladas, probadas y fabricadas en tiempo récord. En este año, además, hemos podido conocer a cientos de científicos que trabajaban en la oscuridad antes de la pandemia y que ahora han cobrado un especial interés para todos. Isabel Sola nos dio las primeras pistas de lo que estaba por llegar, y después también hablamos con Margarita del Val, Mariano Esteban, Luis Enjuanes, Adolfo García-Sastre, Estanislao Nital, José Antonio López Guerrero, Raúl Ortiz de Lejarazu o Miguel Ángel Jiménez Clavero. Son solo algunos de los nombres que han estado, y siguen estando, en la carrera contra la covid-19. Sí, la ciencia nos ha salvado. Una vez más. Conviene no olvidarlo para cuando todo esto pase.
Cuando podamos aprovechar esta primavera para salir a pasear, a respirar, a escuchar a los pájaros debajo de un cerezo en flor, recordemos a todas las personas que se quedaron en el camino, todo lo que vivimos desde aquel 13 de marzo. Volvamos a aquellos sentimientos primarios que tuvimos aquellos días en los que, de alguna manera, pensábamos salir mejores personas de todo esto. ¿Realmente lo hemos conseguido o hemos vuelto a imbuirnos en la gresca del día a día? ¿Hemos aprendido algo de esta lección que nos ha dado la naturaleza, la vida? Como decía el escritor Mark Twain: "El mundo no te debe nada. Estaba aquí primero".
Feliz 2021. El año I d.C (durante el coronavirus)