La obesidad es uno de los problemas de salud más graves de este siglo. Cada año, se calcula que más de tres millones de personas en todo el mundo mueren por culpa de esta enfermedad, cuya prevalencia a nivel global se ha triplicado en los últimos 40 años. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), actualmente un 13% de la población adulta mundial sufre obesidad, y al menos un 39% padece de sobrepeso. En España, los datos muestran un escenario semejante, y hoy en día ya son un 22% los españoles que tienen sobrepeso.
Detrás de esta realidad, se encuentran dos factores fundamentales: una mala alimentación y un estilo de vida especialmente sedentario. Aun así, cuando hablamos de obesidad y de estar sanos, muchas veces solemos centrarnos solo en el peso, mientras que la actividad física suele quedar relegada a un segundo plano.
Hace unas semanas, un reciente trabajo publicado en la revista iScience reivindicó la importancia de prestar más atención a la forma física que al peso para reducir las enfermedades relacionadas con la obesidad. Esta investigación, que se ha hecho en base a los análisis de varios estudios realizados en distintos periodos de tiempo y en una amplia zona geográfica, sostiene que el aumento de la actividad física y la mejora de la forma física influyen más en nuestra salud que los kilos que de más tengamos.
“Nos gustaría que la gente supiera que los gordos pueden estar en forma, y que los cuerpos sanos y en forma tienen todas las formas y tamaños”, señala el coautor Glenn Gaesser, investigador del College of Health Solutions de la Universidad Estatal de Arizona (Estados Unidos), en declaraciones recogidas por la agencia EuropaPress.
A pesar de la proliferación de las dietas y planes de ejercicio para adelgazar, los autores de la investigación señalan que estos programas no deberían tener como objetivo único la pérdida de peso, y que no se debería juzgar su efectividad en base a este único factor. “No estamos necesariamente en contra de la pérdida de peso: sólo creemos que no debería ser el criterio principal para juzgar el éxito de un programa de intervención sobre el estilo de vida”, declaran.
En este sentido, recuerdan que el peso es un factor que puede heredarse y que muchas veces entran en juego un gran número de variables que pueden dificultar no solo que perdamos unos kilos de más, sino que podamos mantenernos en estas nuevas cifras. “El peso corporal es un rasgo altamente heredable, y la pérdida de peso se asocia con alteraciones metabólicas sustanciales que, en última instancia, frustran el mantenimiento de la pérdida de peso”, explica el coautor Siddhartha Angadi, de la Escuela de Educación y Desarrollo Humano de la Universidad de Virginia (Estados Unidos).
Más allá del peso, la obesidad está asociada a un gran número de afecciones para la salud, entre las que se incluyen enfermedades cardiovasculares, problemas en los huesos y articulaciones, diabetes e incluso un mayor riesgo de sufrir algunos tipos de cáncer. Sin embargo, las llamadas dietas yo-yo, esas que nos permiten bajar un gran número de kilos en un periodo muy corto de tiempo solo para ganarlo después, cuando abandonemos los estrictos parámetros alimenticios que nos imponen, también traen consigo graves problemas para la salud, como la pérdida de masa muscular, la enfermedad del hígado graso y la diabetes.
Al poner el foco en la actividad física en lugar de en adelgazar, sin embargo, las personas, independientemente de su kilos, pueden obtener todos los beneficios del ejercicio y evitar los riesgos asociados a los ciclos de peso.
Actualmente, las recomendaciones de salud pública recogen que un adulto debe realizar entre 150 y 300 minutos por semana de actividad física de intensidad moderada o entre 75 y 150 minutos por semana de actividad física de intensidad vigorosa.
No obstante, los autores de la investigación recuerdan que los beneficios del ejercicio dependen de la dosis y que estos son mayores cuando provienen de hacer una actividad de intensidad moderada. Además, señalan que esta actividad física puede realizarse a lo largo de todo el día, ya que obtendremos los mismos beneficios de un ejercicio repartido a lo largo de toda la jornada que de un entrenamiento largo.