Estamos viviendo con alegría la desescalada y el alivio de las restricciones, pero el virus sigue presente y la mascarilla exige un uso extremadamente cuidadoso. También cuando llegamos a casa. Aprendimos a diferenciar unas de otras y también a ponérnosla y a quitárnosla del modo adecuado y sin poner en riesgo nuestra seguridad. Pero, a la vista de ciertos gestos que observamos en el entorno e imágenes que circulan en redes, aún tenemos pendiente un buen aprendizaje sobre su manejo en casa.
Una de las imágenes más disparatadas que se difunden estos días es la de los recibidores transformados en aparcamiento de mascarillas. Se exhiben en el perchero como si fuese un abrigo más, sobre el aparador junto a las llaves o colocadas en una figurita a modo de bozal. Son soluciones muy rápidas con las que creemos neutralizar el peligro antes de avanzar hacia el interior de nuestro hogar, pero la sensación de seguridad es absolutamente errónea.
No olvidemos que si la mascarilla se ha convertido en un complemento de uso obligado en nuestra nueva cotidianeidad es porque tiene un fin sanitario y, por tanto, debe protegerse con unas medidas precisas. David Díaz Pérez, enfermero y coordinador del Área de Enfermería Respiratoria de SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica) nos saca de dudas con unas lecciones básicas y muy sencillas.
Para evitar la contaminación de la mascarilla que estemos usando, debemos guardarla en una bolsa o sobre de papel, ya que es material transpirable. Nunca en bolsas de plástico. Lo haremos de manera individual, no podemos guardar más de una mascarilla en la misma bolsa o sobre.
La debemos colocar de tal manera que podamos coger por los tirantes o lazada y evitaremos tocar la parte interna de la mascarilla, que se considera la limpia, ni la parte externa, que se considera la contaminada. Debemos recordar que la mascarilla se retira desde la lazada de atrás hacia delante y lavarnos las manos posteriormente.
En primer lugar, las mascarillas reutilizables son aquellas que tienen en su etiquetado la Especificación UNE 0065:2020 y debe tener la advertencia siguiente: "Este dispositivo no es un producto sanitario en el sentido de la Directiva 93/42 o del Reglamento UE/ 2017/745, ni un equipo de protección individual en el sentido del Reglamento UE/2016/425". Además, debe reflejar el número máximo de lavados. Estos aspectos son importantes ya que existe la falsa creencia entre la población de que las mascarillas de tela (con o sin filtro) son reutilizables y no es así si no tiene un correcto etiquetado.
Otra cuestión importante sobre las mascarillas reutilizables es que no se recomienda un uso mayor a 4 horas, por lo que después de pasar este tiempo tendremos que hacer un lavado completo.
Para guardarla, la norma UNE 0065 indica que se debe guardar en un lugar en el que no esté en contacto con ninguna superficie contaminada. Bajo esta premisa, recomendamos guardar las mascarillas reutilizables, secas completamente, en una bolsa o sobre de papel de manera individual.
La mascarilla se debe lavar y secar según las recomendaciones del fabricante. Algunos aconsejan un ciclo completo de lavado con el detergente habitual a una temperatura de 60º. Es importante evitar el contacto entre una mascarilla sucia y la ropa limpia y que la persona que va a lavar la mascarilla se proteja adecuadamente.
Otra recomendación útil son los tiempos de secado. El estipulado son dos horas y queda totalmente prohibido secar en microondas u horno. Debemos inspeccionar la mascarilla tras su secado y, si observamos deterioro o defectos, habrá que desecharla. Nunca sobrepasaremos el número de lavados que recomienda el fabricante, ya que no se garantiza la correcta filtración.
Ni el perchero, ni el aparador, ni ningún otro mueble. Todo lo que no sea guardar en un sobre o bolsa de papel de manera individualizada implica que la mascarilla puede ser un objeto de riesgo de contagio, ya que podría estar contaminada. Además, el hecho de que esté expuesta puede hacer que se contamine por el contacto con superficies que tiene presencia del virus, como pueden ser figuras, percheros o una mesa.
Las mascarillas quirúrgicas e higiénicas tienen una eficacia de entre 4 y 6 horas de uso. Puede ser continuo o intermitente, pero pasado este tiempo debemos cambiarla. Si tiene suciedad visible, en su parte exterior o interior, o la persona no es capaz de respirar tan fácilmente como al inicio, significa que el filtro está saturado de humedad u otras sustancias, como contaminación ambiental. Por lo tanto, hay una mayor resistencia al paso del aire.
El riesgo que tiene la manipulación continua de la mascarilla o de darle un uso intermitente es su posible contaminación. Esta es la razón por la cual el lugar donde la guardemos y la higiene de manos antes y después de colocárnosla va a ser capital para evitar que se convierta en un vector de transmisión del virus. Es vital insistir en que no debemos tocar la superficie exterior de la mascarilla. Son gestos conductuales que harán que la mascarilla esté en correctas condiciones y minimizar así el riesgo de contaminación cruzada.
Muchas de las mascarillas que tiramos a la basura acabarán antes o después en el mar. Es un hecho. Por eso, se está pidiendo a la población que, antes de tirarlas al contenedor correspondiente, se corte con unas tijeras las cuerdas de gomas que van a las orejas.
Aunque no son tan duras como el plástico que almacena las latas de refresco, también pueden causar estragos en la fauna marina si finalmente acaban en su ecosistema. Con ese sencillo corte se pueden evitar estrangulaciones de peces o que vayan con una mascarilla el resto de su vida marina.