Stilettos, peep toes, kitten heels… las opciones de zapatos de tacón son innumerables, al igual que dolores de pies que has sufrido por ellos a lo largo de tu vida. Estilizan, son tendencia, el mundo de la moda no los abandona pero los expertos lo tienen claro: no se deberían usar nunca. Los asociamos a molestias en los pies, la espalda o las rodillas pero hemos hablado con una fisioterapeuta experta en mujeres que nos ha contado que también afectan a tu suelo pélvico y puede favorecer la incontinencia urinaria a partir de cierta edad. Un problema que afecta a 6,5 millones de personas en España. Además, una de cada tres mujeres mayores de 50 lo sufre.
Aparentemente la pelvis y los pies están bastante lejos pero el cambio que los tacones producen en la postura corporal afecta directamente. "Cuando la inclinación de la pelvis y de la columna no es la natural y correcta se producen una serie de presiones abdominales que a la larga producen un desgaste en la musculatura del suelo pélvico", explica Claudia Bacariza, fisioterapeuta especializada en mujeres en Grow Clinic.
Como pasa en el resto del cuerpo, los diferentes músculos no trabajan de forma aislada. A medida que se cumplen años y en gran medida con la menopausia se produce un debilitamiento del suelo pélvico. "Al llevar tacones y sufrir las presiones abdominales inusuales se favorece que al toser o estornudar se produzcan pequeñas pérdidas", añade la experta.
Para que te hagas una ida de cómo cambia la postura al utilizar tacones, cuando vamos descalzos el talón soporta el 75% del peso corporal y el 25% lo hace el antepié o almohadilla. Con una altura de 3-4 centímetros el porcentaje es del 50% en cada zona. Y a partir de los 6-7 centímetros las presiones se invierten y se pasa a un 25-75. "Se desplaza el centro de gravedad hacia delante y el cuerpo empieza a hacer equilibrios arqueando la espalda y los músculos del tronco para compensarse", apunta Bacariza.
"Con el paso de los años, el cuerpo humano tiende a recuperarse peor de los problemas. Las contracturas son mayores y más profundas, existe un desgaste entre vértebras y los zapatos afectan a todo esto", explica Claudia Bacariza. Como afirma la experta, la implicación corporal es total. "Afecta a la curvatura dorsal y a la lumbar, precisamente las zonas donde se concentran los dolores de espalda porque el aumentar la curvatura, aumenta la sobrecarga de la zona".
Además de esto, los problemas causados por los zapatos de tacón van mucho más allá. "La musculatura de la pierna se contrae, el tobillo se desequilibra y favorece torceduras o esguinces. También se produce una tensión excesiva en la rodilla, que a la larga, suscita la aparición de artrosis", añade la especialista.
Tampoco podemos olvidar tampoco los grandes afectado de los tacones, los pies. La utilización de este calzado produce "la sobrecarga de la parte anterior del pie y provoca la aparición de juanetes. Además comienza un proceso de deformación de los dedos y favorece por ejemplo los dedos en garra", apunta la experta. La piel del pie también acaba viéndose afectada y aparecen las durezas o callosidades.
Pese a todo lo que acabas de leer, dejar de usar tacones de forma drástica tampoco es lo recomendable. "Cuando el cuerpo se ha acomodado a una biomecánica hay que cambiarla de forma progresiva", cuenta la fisio. Es decir, que se debe recudir el tamaño del tacón y aumentar su anchura hasta llegar a la medida recomendable, que son los dos centímetros.
"Menos de esta medida tampoco es adecuada siempre y cuando se vaya calzado. Sin embargo lo natural es que se camine descalzo, es para lo que nuestro cuerpo está pensado", concluye Bacariza. Así que ya sabes, bájate de los tacones y libera tus pies, el resto de tu cuerpo también lo agradecerá.